Las negociaciones en el Congreso argentino están marcadas por un notable debilitamiento del papel de Victoria Villarruel, mientras que los operadores directos de la Casa Rosada toman protagonismo. Con Javier Milei a punto de embarcarse en un viaje internacional significativo, el Gobierno ha optado por enviar un mensaje crítico hacia Villarruel en lugar de enfocarse en su agenda presidencial, que incluye la asunción de Donald Trump y una reunión con el FMI.

Este cambio en la dinámica política se hace evidente en el contexto de las sesiones extraordinarias que se están preparando. La figura de Villarruel, quien se esperaba que asumiera un rol más destacado, ha sido relegada a un papel menor en las negociaciones, lo que refleja una fractura interna en el oficialismo. En particular, se ha mencionado un episodio reciente en el que Villarruel presidió una sesión en la que se expulsó a un senador, lo que generó tensiones y críticas desde el entorno de Olivos.

Los operadores de la Casa Rosada, como Guillermo Francos y Santiago Caputo, están tomando las riendas de las negociaciones, buscando establecer contactos con diversos bloques políticos, incluidos aquellos que no pertenecen a la coalición oficialista. Las conversaciones iniciales han incluido a figuras clave de la oposición, lo que demuestra un enfoque más pragmático por parte del Gobierno en su búsqueda de apoyo legislativo.

A medida que se acercan las sesiones extraordinarias, el oficialismo tiene en su agenda la eliminación de las PASO, aunque la situación en el Senado es incierta debido a la escasa representación oficialista. Las tensiones internas y los recelos entre los diferentes sectores del oficialismo complican aún más el panorama legislativo.

El futuro de Villarruel en el contexto político actual parece estar en la cuerda floja, y su capacidad para influir en las negociaciones se ha visto drásticamente reducida. Las decisiones que se tomen en las próximas semanas serán cruciales para determinar el rumbo del Gobierno y su relación con el Congreso.