Guillermo Francos, quien desempeña un rol clave en el gabinete, ha mantenido durante el último año cerca de 50 encuentros con funcionarios y empresarios chinos, lo que ha generado tensiones con la administración estadounidense. El gobierno de Donald Trump estaría ejerciendo presión para que Francos sea removido de su cargo, en medio de un contexto donde Estados Unidos busca reducir la influencia china en Argentina.

Tras la declaración del Secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent, sobre el compromiso de Javier Milei para limitar la presencia china en el país, Francos salió rápidamente a desmentir esa postura, afirmando que «no creo que una parte del acuerdo con EE.UU. sea excluir a China». En paralelo, Santiago Caputo ha comenzado a actuar como intermediario entre la Casa Rosada y Washington, ganando la preferencia de la administración Trump para liderar la política interna del gobierno.

Los movimientos políticos apuntan a una reestructuración tras las próximas elecciones, en la que Caputo busca desplazar a figuras tradicionales como los Menem, fortalecer vínculos con el Congreso y los gobernadores aliados, y conformar un nuevo gabinete que podría incluirlo como jefe de gabinete. Mientras tanto, Francos enfrenta la desconfianza de los republicanos, en parte por su enemistad con Mauricio Claver Carone, enviado especial estadounidense para América Latina, y por su estrecha relación con representantes chinos, evidenciada en sus múltiples reuniones con altos cargos y empresarios de ese país.