El reciente viaje del presidente Milei a Mar-a-Lago, Florida, terminó en un fiasco que generó fuertes críticas y expuso la vulnerabilidad del mandatario ante oportunistas. A pesar de los intentos por evitar situaciones comprometedoras tras el escándalo de «Libra», Milei fue víctima de un papelón al no lograr la ansiada foto con Donald Trump en su propia residencia.
Invitado por la fundación Make America Clean Again, una organización de dudosa reputación, Milei viajó a Palm Beach con la promesa de recibir un premio junto a Trump. Sin embargo, la invitación fue inicialmente rechazada por el canciller Werthein, quien consideró que no encajaba en la agenda presidencial. Ante esta negativa, los organizadores apelaron a la susceptibilidad de Milei, advirtiendo que Trump se sentiría ofendido si no asistía.
El presidente, acompañado por su hermana Karina y el ministro Caputo, llegó a Mar-a-Lago con la esperanza de abordar temas clave como el acuerdo con el FMI y los aranceles. Sin embargo, la realidad fue muy diferente: Milei se vio relegado a posar para fotos con celebridades de los años 90, como Natalia Denegri, mientras que la única funcionaria estadounidense presente, la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem, se retiró al enterarse de la ausencia de Trump.
La confirmación de que Trump no asistiría al evento llegó a última hora, dejando a la comitiva argentina desairada y furiosa. En medio de la frustración, Werthein confrontó a los organizadores, acusándolos de haberlos engañado con la promesa de una reunión con el ex presidente. El incidente generó un fuerte revuelo en el gobierno argentino, donde se criticó la imagen de Milei rodeado de figuras mediáticas y se desató una interna por el control de la Cancillería.