Pulsa «Intro» para saltar al contenido

Los fracasos electorales de Raverta encaminan al PJ marplatense a un 2023 humillante

Podría decirse que el índice de derrotas que acumula la directora de ANSES y referente de La Cámpora en Mar del Plata crece como la inflación. Su lucha contra los fracasos electorales parece encaminarse a un guerra perdida ya que desde el 2019 a la fecha, su perfomance viene plagado de derrotas.

De 3 puntos de diferencia con Montenegro en las elecciones de 2019, llegó a 20 de diferencia en 2021. La caída de votos es histórica.

Apenas como logro se puede mencionar una interna del PJ local en la que, sumando al 95% de organizaciones, agrupaciones políticas y demás inventos ocasionales se impuso ante un grupo de veteranos solitarios acompañados por un ex diputado provincial.

Las derrotas de quienes concentran los nombramientos y recursos económicos más importantes en la historia del PJ local tienen nombre y apellido: Raverta – Obeid.

El nepotismo suele ser perjudicial en las construcciones políticas. Si bien es muy redituable al bolsillo de quien lo ejerce, el nepotismo priva a las construcciones y armados políticos de tener a las personas mas capaces en donde hacen falta y son más efectivas. El esposo de Raverta no es precisamente un estratega político con antecedentes positivos. Las pierde todas.

Sumado a que ocupa una banca en el senado por el hecho de ser Raverta la duela de la lapicera, Obeid tiene un problema que también es desaconsejado en política: dar por hecho algo antes de que pase.
Una fuente inobjetable me contó unas semanas antes de que La Cámpora disputara el rectorado de la Universidad de Mar del Plata que Obeid afirmaba en confianza, pero a todo el mundo, que la elección estaba ganada. Estaba completamente convencido de que con esa estructura sumarían los votos que les faltaron para llegar a la intendencia en 2019. “Perdieron hasta en su propia facultad” le recriminaron a Raverta y Obeid.

La historia se repitió hace pocos días, cuando la lista por el Colegio de Abogados que impulsaba Raverta con José Luis Zerillo a la cabeza, salió tercera.

Hacia adentro, los ánimos de los militantes/dirigentes están muy decaídos y la estructura no se derrumba a fuerza de contratos y nombramientos en el Estado. Políticamente, está todo muy mal en el PJ marplatense.

Hacia afuera, la imagen de la dirigente que le otorgó a Cristina un ingreso mensual a través de Anses de unos $3.000.000 y un cobro retroactivo de $120.000.000, no es positiva en la mente de los vecinos de la ciudad que pretende gobernar.

Ya no pasa desapercibida la estrategia de obstaculizar compulsivamente la gestión municipal. Los concejales de Raverta actúan de manera constante como una pared que bloquea casi toda posibilidad de avance en temas que el intendente Montenegro impulsa para la ciudad.

Raverta procesa 100% al estilo camporista, creyendo que dinamitar u obstaculizar la gestión del intendente la puede beneficiar para ganar la próxima elección. Si no fuera ganarla, por lo menos, aumentar la cantidad de cargos electivos entrantes. Sólo restaría conocer a que allegados beneficiaría con la lapicera en 2023.

Por lo pronto, los funcionarios o figuras nacionales del Frente de Todos comienzan a evitar la foto con Raverta e incluso, buscan una imagen con el Sciolista Rodolfo “Manino” Iriart, quien casi en soledad le disputó el poder del PJ al matrimonio camporista y que adquiere cierta relevancia con la incorporación de Scioli al gabinete nacional.

 

Por Joaquín Gayone
Agencia País