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Millones de trabajadores quieren «dejar de hipotecar sus vidas por salarios miserables»

Las cifras de lo que ocurre en EEUU son gráficas: en septiembre de 2021 casi 4 millones y medio de estadounidenses renunciaron a sus trabajos mientras que en agosto lo habían hecho 4.300.000, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Washington y los últimos estudios reflejan que la tendencia se mantiene.
Síndrome del trabajador «quemado» (burn-out) por agotamiento, descontento por salarios bajos, rigidez y precarización en las condiciones laborales que ofrecen las empresas, impacto de la Covid-19, son algunas de las hipótesis que ensayan analistas en todo el mundo -también en la Argentina- para explicar un fenómeno que arrancó en EEUU y que se bautizó como «la Gran Renuncia» («the Great Resignation»), millones de personas que renuncian a sus empleos expresando un malestar generalizado en la pospandemia.
Las cifras de lo que ocurre en EEUU son gráficas: en septiembre de 2021, casi 4 millones y medio de estadounidenses renunciaron a sus trabajos mientras que en agosto lo habían hecho 4.300.000, según datos de la Oficina de Estadísticas Laborales de Washington (U.S. Bureau of Labor Stadistics), y los últimos estudios reflejan que la tendencia se mantiene.
Algunos analistas pensaron que a medida que se redujera el paquete de asistencia del gobierno de Joe Biden para estimular la actividad económica (como el bono semanal de 300 dólares que reforzaba el subsidio al desempleo, cuyo pago culminó a principios de septiembre) muchos estadounidenses volverían al mercado de trabajo, pero eso no está sucediendo.
Los especialistas advierten que una combinación de factores disparó un descontento con su situación laboral en millones de personas, con especial incidencia entre los trabajadores de mediana edad, de 30 a 50 años
Por el contrario, los especialistas advierten que una combinación de factores disparó un descontento con su situación laboral en millones de personas, con especial incidencia entre los trabajadores de mediana edad, de 30 a 50 años, quienes no ven perspectivas de progreso u horizontes de mejora en sus empleos o que vivieron un estrés laboral extremo por la Covid-19.
Esta insatisfacción que recorre la vida cotidiana de millones de asalariados tras la experiencia de haber atravesado la pandemia se resume en una frase que la académica y activista estadounidense Patricia Campos-Medina (Universidad de Cornell, estado de Nueva York) pronunció al ser consultada por el diario español El País: «Muchos trabajadores vieron que estaban hipotecando sus vidas por salarios miserables», describió.
Ese malestar se percibe sobre todo en las actividades que tuvieron una carga horaria excesiva producto de la pandemia, como los empleos ligados a la salud (donde las renuncias de los trabajadores crecieron un 3,6%) y en el rubro tecnológico, cuyos empleadores -paradójicamente- se beneficiaron mucho con el comercio electrónico al que obligaba la cuarentena.
Algunos analistas pensaron que a medida que se redujera el paquete de asistencia del gobierno de Joe Biden para estimular la actividad económica muchos estadounidenses volverían al mercado de trabajo, pero eso no está sucediendo
Otras áreas que muestran una dimisión generalizada, con trabajadores que dejaron sus puestos con la ilusión de cambiar de vida, son las que que requieren de presencialidad la mayor parte del tiempo, como la industria del entretenimiento, la recreación, la actividad comercial, como también la gastronomía y la hotelería, rubros muy afectados en el primer tramo de la pandemia.
En todas estas actividades, que según las estadísticas oficiales de EEUU registran una ola imparable de asalariados que deciden abandonar su empleo (en agosto, 892 mil trabajadores renunciaron en hotelería y gastronomía; 721 mil hicieron lo mismo en comercio minorista), lo que prima es el combo de salarios bajos y largas jornadas de trabajo.
Un exfuncionario de la gestión de Bill Clinton, el exsecretario de Trabajo Robert Reich, describió el panorama a la revista Time: «Los empleados no quieren volver a trabajos agotadores o aburridos, con salarios bajos. Están quemados, están hartos, están fritos. Después de tantas dificultades, enfermedades y muertes durante el año pasado, no van a aguantar más», observó en su foto del escenario laboral pospandemia.
En todas estas actividades, que según las estadísticas oficiales de EEUU registran una ola imparable de asalariados que deciden abandonar su empleo lo que prima es el combo de salarios bajos y largas jornadas de trabajo
La descripción de Reich tiene puntos de contacto con la experiencia de los soldados a su regreso de una guerra, las dificultades para regresar a la supuesta ‘normalidad’, fenómeno que se vivió en algunas circunstancias históricas pero que en este momento está poniendo en riesgo -según algunos investigadores de EEUU- «la cultura del trabajo tradicional».
Sin embargo, las motivaciones que llevan a renunciar al trabajo no provienen sólo del descontento por la remuneración, la precarización o la carga horaria.
Muchos estadounidenses de profesiones liberales están abandonando el trabajo en el formato que conocían -sobre todo presencial- en la búsqueda de calidad de vida; otros lo hacen porque quieren «reformular su existencia», o porque asumen que la realización personal ya no pasa por desarrollarse en el oficio o la carrera.