La reciente decisión de Santiago Caputo de destituir al jefe de la Unidad de Información Financiera (UIF), Ignacio Yacobucci, ha generado un fuerte revuelo en el ámbito político argentino. Yacobucci fue removido tras apelar un fallo que beneficiaba a Cristina Kirchner en la causa Hotesur, lo que desató la ira de los sectores macristas, quienes denunciaron un pacto de impunidad en favor del kirchnerismo. La situación se complica aún más con la designación de Paul Starc, un ex funcionario sciolista, como nuevo titular de la UIF.

Caputo, asesor cercano de Javier Milei, no solo se mostró molesto por la apelación de Yacobucci, sino que también se sintió agraviado por las reuniones del ex jefe de la UIF con figuras de la oposición, como Elisa Carrió. La decisión de nombrar a Starc, quien tiene un pasado controvertido y vínculos con el fallecido empresario Alfredo Yabrán, parece ser una provocación directa hacia el macrismo, que ya ha expresado su descontento y preocupación por la falta de independencia en la UIF.

La controversia ha alimentado las sospechas de un acuerdo entre el kirchnerismo y el entorno de Milei, lo que ha llevado a algunos a afirmar que se está pactando una impunidad que podría afectar la gobernabilidad. La situación plantea un escenario tenso en el que las luchas internas y las alianzas políticas se vuelven cada vez más evidentes, mientras los actores políticos buscan posicionarse de cara a las próximas elecciones.

La llegada de Starc a la UIF podría tener implicaciones significativas en las investigaciones sobre corrupción y lavado de dinero, especialmente en un contexto donde las tensiones entre el kirchnerismo y el macrismo son palpables. La designación de un ex funcionario con un historial polémico podría ser vista como un intento de controlar la narrativa y las investigaciones que involucran a figuras clave de la política argentina.