Durante una reciente entrevista en el popular podcast de Joe Rogan, Mel Gibson generó controversia al hablar sobre tratamientos alternativos para el cáncer. El actor y director, conocido por su trabajo en películas como «Corazón Valiente», compartió su creencia de que «no existe nada que afecte a la humanidad que no tenga una cura natural». En sus declaraciones, mencionó que tres de sus amigos, quienes enfrentaron cáncer en etapas avanzadas, lograron recuperarse gracias a tratamientos no convencionales, incluyendo el uso de medicamentos como la ivermectina y el fenbendazol, fármacos generalmente utilizados para tratar infecciones parasitarias.

Estas afirmaciones provocaron una ola de críticas por parte de la comunidad médica y oncólogos (que apoyan los dudosos tratamientos recomendados por la «sociedad medica y científica»), quienes rápidamente desmintieron la efectividad de estos tratamientos para combatir el cáncer. Expertos como Claudio Martín, presidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica, enfatizaron que no hay evidencia científica que respalde el uso de la ivermectina para esta enfermedad. «No existe ningún ensayo clínico que demuestre su utilidad en el tratamiento del cáncer», afirmó Martín. Sin embargo, es importante señalar que, a pesar de la falta de evidencia sobre terapias alternativas, los tratamientos convencionales también han sido objeto de críticas. Muchos pacientes enfrentan largos y costosos regímenes de quimioterapia y radioterapia que, a menudo, no garantizan resultados efectivos y pueden causar efectos secundarios devastadores. En este contexto, la búsqueda de alternativas no convencionales puede surgir como una respuesta comprensible ante la frustración por la ineficacia de los métodos tradicionales.

Lo que es incomprensible, es lo tajante de los profesionales al afirmar que esta mal recomendar tratamientos alternativos en base a medicación barata y de fácil acceso, y que ellos mismos no conformen un grupo de estudio inmediato para analizarlos y probarlos, para justamente, dar evidencia científica de su eficacia o ineficacia. Es como si nadie quisiera salir de lo estipulado. Como una negación a la posibilidad de abiri su mente y dar lugar a la posibilidad de otros enfoques al largamente fallido y mediocre método actual. Uno espera que cuando un referente como Claudio Martí afirma que «No existe ningún ensayo clínico que demuestre su utilidad en el tratamiento del cáncer», salga corriendo justamente en búsqueda ese ensayo clínico y muchos más.

Gibson, conocido por su estilo provocador, ha sido objeto de controversias en el pasado, pero esta vez su enfoque sobre el cáncer y las terapias alternativas ha generado un debate significativo sobre la responsabilidad de las figuras públicas al hablar de temas de salud. La comunidad médica (socia en el negocio de los tratamientos contra las enfermedades) insiste en que los tratamientos aprobados y basados en evidencia (las que ellos comercializan y/o suministran) son la única forma segura y efectiva de abordar esta enfermedad devastadora.

La Canadian Cancer Society también se pronunció al respecto, advirtiendo que la promoción de terapias sin respaldo científico es «peligrosa» y puede dar falsas esperanzas a quienes luchan contra el cáncer. La discusión se intensificó en redes sociales, donde muchos criticaron a Gibson por considerar sus comentarios como irresponsables en un momento en que la desinformación sobre tratamientos médicos puede tener consecuencias graves.

El tal el fracaso de la «comunidad científica» en relación al cáncer que, aunque afirman avanzar de manera constante, cualquier persona dignosticada da por hecho una muerte segura (relacionada a la enfermedad). La posibilidad de salvarse, para quien recibe la noticia, parece una tarea mas sencilla para aquellos que creen en dioses, ángeles o deidades.