Juliana Santillán, diputada nacional marplatense de La Libertad Avanza, está viviendo sus quince minutos de fama, aunque no precisamente por sus logros legislativos. Tras un papelón televisivo frente a residentes del Hospital Garrahan, donde tergiversó datos sobre la canasta básica, la legisladora se ha convertido en blanco de críticas y burlas.

El escándalo no terminó ahí. Yamil Santoro, de Republicanos Unidos, salió a revelar que Santillán fue desvinculada de su espacio «por haber mentido sobre su currículum, falseado títulos y por plagio en diversas notas».

Pero lo que realmente ha encendido las redes sociales son las «perlas ortográficas» que Santillán ha dejado plasmadas en sus perfiles. Una usuaria de X se tomó el trabajo de recopilar los «horrores» de ortografía de la diputada, evidenciando una preocupante falta de dominio del idioma español.

Entre los errores más destacados se encuentran:

  • Escribir «cluacas» en lugar de «cloacas» al criticar la falta de infraestructura en Almirante Brown.
  • Calificar de «haz» a Federico Sturzenegger.
  • Describir a Manuel Adorni como un «candidataso».
  • Quejarse de que usar el título de «doctora en Derecho» «atraza».
  • Afirmar que «el derecho internacional Privado no es la ‘esepcion'».
  • Llamar «Serro Campanario» al Cerro Campanario de Bariloche.
  • Asegurar que «nunca jamás en los últimos 120 años tubimos (sic) orden fiscal, monetario y cambiario».

Estos errores, sumados a sus controvertidas declaraciones y a las acusaciones de Santoro, han convertido a Juliana Santillán en el centro de la polémica. Su meteórico ascenso en la política parece estar tropezando con una realidad innegable: su escasa preparación y su falta de rigor intelectual.