La reciente imposición de aranceles por parte de Estados Unidos, en el marco de una creciente guerra comercial, ya está generando fuertes repercusiones para la economía argentina. A pesar de los esfuerzos del presidente Milei por revertir el arancel del 10% a las exportaciones locales, el impacto negativo se extiende más allá de esta barrera comercial.
El temor a una recesión global ha provocado una caída en los precios de las materias primas, afectando directamente a productos clave para la exportación argentina como la soja y el petróleo. Esta merma en los valores implica un menor ingreso de dólares para el país, lo que podría generar presiones cambiarias y dificultar la acumulación de reservas.
Además, la incertidumbre económica global ha impactado negativamente en el riesgo país, alejando la posibilidad de que Argentina recupere el acceso a los mercados financieros. Esta situación aumenta la vulnerabilidad del país y su dependencia del acuerdo con el FMI.
Si bien algunos analistas sugieren que un desembolso inicial mayor por parte del FMI podría aliviar la situación, la relación de cercanía con Estados Unidos se encuentra a prueba. La falta de un encuentro entre Trump y Milei, sumado a las condiciones impuestas por el gobierno norteamericano en relación al swap con China, generan dudas sobre el futuro de las negociaciones bilaterales.