Donald Trump, cediendo a la presión de los mercados financieros y las críticas de importantes empresarios, ha suspendido temporalmente la aplicación de aranceles a la mayoría de los países. Esta decisión representa un cambio significativo en su política comercial, que había sido un pilar fundamental de su lema «Make America Great Again».
El desplome en Wall Street y el descontento expresado por figuras influyentes del mundo empresarial, como Elon Musk, quienes vieron cómo el valor de sus compañías se reducía drásticamente, fueron factores determinantes en la decisión del exmandatario. Trump intentó mitigar el impacto de esta marcha atrás anunciando un aumento del 125% en los aranceles a productos provenientes de China, luego de que el país asiático comunicara que elevaría al 84% los aranceles a las importaciones desde Estados Unidos.
«He autorizado una pausa de 90 días y un arancel recíproco sustancialmente reducido durante este período», comunicó Trump a través de su red social Truth. La reacción en Wall Street fue inmediata y positiva, con el índice Nasdaq experimentando un aumento cercano al 10% y el S&P 500 subiendo un 8%. Este repunte bursátil es el más rápido desde marzo de 2020, cuando la economía comenzaba a recuperarse de la pandemia. En particular, Tesla, la empresa de Elon Musk, recuperó un 20% de su valor.
Ante este nuevo panorama, el banco Goldman Sachs ha suspendido sus previsiones de recesión en la economía estadounidense. «Estamos regresando a nuestro previo pronóstico de no recesión que prevé un crecimiento del 0,5 del PBI», señaló la entidad financiera.
Esta decisión de Trump plantea interrogantes sobre la viabilidad de su estrategia de utilizar los aranceles como herramienta para impulsar la reindustrialización de Estados Unidos, especialmente en las zonas más afectadas por la crisis, como las ciudades del Rust Belt.