El sospechoso del atentado contra la Sociedad Rural Argentina ha sido identificado como Alberto Santiago Soria, un hombre de 40 años que trabaja como agente inmobiliario. A diferencia de las afirmaciones iniciales que lo vinculaban con un perfil de extremista anarquista y vegano, las investigaciones revelaron que Soria no solo no era vegano, sino que tenía una preferencia por las milanesas y un fuerte rechazo hacia el kirchnerismo. En sus redes sociales, compartía memes y contenido que reflejaba su postura política anti-K, lo que ha generado un debate sobre las motivaciones detrás del atentado.
La policía detuvo a Soria tras seguir el rastro del paquete bomba que fue enviado al presidente de la Sociedad Rural, Nicolás Pino. La contradicción en las versiones sobre su perfil es notable, especialmente considerando las declaraciones de Patricia Bullrich, quien había sugerido que el ataque era obra de un extremista de izquierda. Sin embargo, hallazgos como la presencia de milanesas y un pollo congelado en su heladera han desmentido esta narrativa, subrayando su identidad culinaria y política.
Soria también tiene antecedentes por amenazas anónimas con contenido antisemita, lo que ha añadido otra capa de complejidad a su caso. Actualmente, se enfrenta a graves cargos que incluyen explosión, lesiones dolosas múltiples y daños materiales. La investigación avanza bajo la supervisión del juez Daniel Rafecas, quien indagará más a fondo en los motivos y el contexto del atentado.
Este incidente ha suscitado reacciones intensas en el ámbito político argentino, ya que pone de relieve las divisiones ideológicas en el país y cómo las narrativas sobre extremismo pueden ser malinterpretadas o manipuladas. La forma en que se presenta a los perpetradores de actos violentos puede influir en la percepción pública y en las políticas de seguridad, lo que añade un nivel de responsabilidad a la hora de informar sobre estos eventos.