Las tan temidas subas en el precio de los combustibles vuelven a golpear el bolsillo de los argentinos. A partir de este jueves, el valor del litro de nafta y gasoil experimenta un nuevo incremento del 3% en promedio a nivel nacional.
La suba responde a la decisión oficial de aumentar los montos del Impuesto sobre los Combustibles Líquidos (ICL) y el Impuesto al Dióxido de Carbono, algo que impacta de manera directa en las estaciones de servicio. El ajuste, que ronda el 1%, se combina además con la devaluación mensual del 2% del peso frente al dólar.
En la práctica, esto se traduce en que la nafta súper de YPF, la empresa líder con el 60% del mercado, pasará de $941 a la zona de los $970 por litro en la Ciudad de Buenos Aires. Por su parte, el gasoil ascenderá de $979 a cerca de $1.008 el litro, según datos del portal Surtidores.
«Si bien buscamos morigerar el impacto inflacionario, la actualización parcial del ICL significa una pérdida de recaudación estimada en USD 212 millones», explicó una fuente oficial, justificando los aumentos.
La decisión del Gobierno se da en un contexto en el que los combustibles acumulan subas superiores al 126% desde la asunción de Javier Milei, muy por encima de la inflación general. Lejos de aplacar las preocupaciones, este nuevo incremento enciende las alarmas en un sector golpeado por la crisis.
A la suba de naftas y gasoil se sumarán también ajustes en las tarifas de luz y gas natural, con incrementos del 4% en los componentes de transporte y distribución que habían permanecido congelados. El impacto final será menor, pero se prevé un nuevo golpe al consumidor.
En este escenario, las terminales observan una fuerte caída en las ventas de naftas premium, con un corrimiento hacia segmentos más económicos. Las zonas de frontera, por su parte, son de las más afectadas al verse perjudicadas por la brecha con los precios internacionales.
El Gobierno insiste en que estos ajustes forman parte de su plan para llegar a una inflación cero a fin de año. No obstante, los aumentos acumulados en servicios esenciales mantienen en vilo a gran parte de la población, que ve cada vez más lejana la posibilidad de alivio económico.