La decisión de instalar la multimillonaria planta de gas natural licuado en Río Negro en lugar de Bahía Blanca desató la furia del gobernador bonaerense Axel Kicillof contra el presidente Javier Milei. El mandatario acusó al jefe de Estado de manejar «caprichosamente» a YPF por «cuestiones ideológicas».
En una conferencia cargada de reproches, Kicillof reveló que el CEO de YPF, Horacio Marín, le confirmó que la elección de Punta Colorada «no tuvo nada que ver» con el rechazo de Buenos Aires al Régimen de Incentivos a las Grandes Inversiones (RIGI). Sin embargo, insistió en que los directivos de la petrolera son «funcionarios de Milei» que acataron sus órdenes.
«Por un capricho guiado por cuestiones políticas, Milei pone en riesgo un proyecto muy importante para el país y Buenos Aires, en el que veníamos trabajando hace 10 años», espetó con dureza el gobernador peronista. Consideró la determinación como una «verdadera irresponsabilidad» que castiga a su provincia por «no pensar como él».
Kicillof defendió la importancia estratégica del emprendimiento millonario que finalmente se radicará en la pequeña localidad rionegrina de Punta Colorada. «No es un Boca-River entre provincias, es una inversión clave para la Nación», remarcó desligándose de posibles rencillas con su par patagónico Alberto Weretilneck.
El jefe provincial bonaerense advirtió que la decisión «asfixia» a la educación superior al poner en jaque los sueldos de docentes e investigadores formados en sus prestigiosas universidades. «La universidad pública se vacía por la puerta de atrás», lamentó sobre el riesgo de fuga de esos «talentos».
Tras amenazar con impulsar su propio régimen de incentivos, Kicillof sentenció: «Buenos Aires no se someterá a Milei». Y concluyó que la pérdida del proyecto «es mala para la Argentina», más allá de los intereses provinciales en pugna.