En un insólito incidente que ha conmocionado a la comunidad tecnológica, un robot administrativo en la ciudad surcoreana de Gumi ha puesto fin a sus funciones de manera trágica al arrojarse escaleras abajo. Lo que las autoridades locales han catalogado como un aparente «suicidio» robótico ha desatado un torbellino de interrogantes y teorías sobre las razones que pudieron motivar tan drástico desenlace.
Según los informes oficiales, el robot, que integraba la plantilla del Ayuntamiento de Gumi, fue encontrado inerte al pie de una escalinata de dos metros de altura. Testigos presenciales relataron que minutos antes el autómata daba «vueltas en un punto, como si hubiera algo allí», un comportamiento que podría sugerir algún tipo de falla o contratiempo previo a la fatal caída. La propia alcaldía, visiblemente consternada, lamentó la pérdida de un «miembro oficial y diligente» del equipo municipal.
«¿Por qué lo hizo el aplicado funcionario?», se preguntaban atónitos los medios locales en sus titulares, barajando incluso la posibilidad de que el «exceso de trabajo» hubiera resultado insostenible para la máquina. Más allá de las especulaciones, lo cierto es que este robot pionero, desarrollado por la compañía californiana Bear Robotics, cumplía tareas administrativas de alta complejidad como entregar documentación, promocionar la ciudad e informar a los vecinos, rompiendo moldes al poder desplazarse de forma autónoma entre plantas mediante el uso de ascensores.
Si bien Corea del Sur es un referente mundial en adopción de tecnología robótica, este insólito episodio representa un duro revés y plantea nuevos desafíos en torno a la integración máquina-ser humano en espacios laborales. Las piezas del robot siniestrado serán sometidas a exhaustivos análisis para esclarecer las causas del percance, mientras que las autoridades locales aún no se han manifestado sobre eventuales reemplazos o refuerzos robóticos para sus dependencias.