Los gobiernos enfrentan la decisión de cómo realizar la inoculación: diferir la segunda dosis, aplicar sólo una a quienes ya tuvieron la infección, o aplicar directamente una sola dosis a toda la población mientras subsista la escasez del antídoto.
Con evidencia científica sobre la respuesta inmune que se genera después de la primera dosis y datos sobre la eficacia de protección contra formas graves de enfermedad por coronavirus en la «vida real» de estos últimos meses, los gobiernos de todo el mundo enfrentan la decisión de cómo realizar la inoculación en un escenario donde lo más claro es que no hay suficientes vacunas para la demanda requerida.
«La eficacia protectora de una primera dosis oscila como mínimo entre el 60 y el 70 por ciento según el tipo de vacuna, pero esto es variable. Hay que tener en cuenta que los anticuerpos comienzan a generarse a los 15 días después de recibir esa dosis», indicó a Télam la médica infectóloga Florencia Cahn, presidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE).
«La eficacia protectora de una primera dosis oscila como mínimo entre el 60 y el 70 por ciento según el tipo de vacuna, pero esto es variable»
FLORENCIA CAHN
No obstante, advirtió que la idea de diferir la segunda dosis en un contexto en el que hay más demanda que vacunas «podría ser una estrategia para tener a mayor población con protección en menor tiempo».