Por Joaquín Gayone │ Agencia País
Después de muchos meses pensando y sobre todo escuchando, decidir si la ley de legalización del aborto debía aprobarse o nó, se me simplificó muy rápidamente.
Pero ¿por qué motivo me llevó tanto tiempo de análisis para finalmente, entenderlo en pocos minutos?
Lo peor que tuvo éste debate social fue la sociedad. Dos caras opuestas, dos pensamientos completamente enfrentados y en el medio, como siempre, dos o tres boludos que creen que tal vez analizarlo sin fanatismos sería mejor.
Lo que siempre tuve claro es que estaba y estoy en contra del aborto. Completamente en contra. Sólo lo comparto en casos ya contemplados en las leyes.
Pero una discusión tan importante merecía que escuchara a las partes que expresan los argumentos de los extremos. Y ahí es donde todo comenzó a ponerse borroso.
Que cuándo es una vida, cuando un bebé, cuando sólo una cosita, si era por razones de falta de educación sexual, si era por falta de responsabilidad, si era por violación o por descuido infantil-adolescente, etc, etc.
Se dice que hay pruebas de vida en Marte. Hay indicios de que existió vida microscópica. Para la ciencia mundial, el que tal vez hayan existido microbios, significa que hubo vida. Habría o hubo vida en Marte.
Soy muy ignorante, no tengo idea realmente a que debería considerar vida. Tampoco sé cuando esa vida es mas importante que otra. O sea, un microbio es menos importante que un feto y un feto es menos importante que un bebé a poco de nacer. Así vemos las cosas los no científicos. Como que cuanto mas chiquita la vida, es menos importante, porque se nota menos que existe.
Quizá lo más importante del debate, aquel que realmente comenzó por iniciativa o aprobación de Mauricio Macri, porque en gobiernos anteriores no permitieron que llegara a debatirse en el Congreso, fue que dejó al descubierto la imbecilidad e ignorancia de nuestra sociedad. La mundial y también la argentina.
Las/os “Verdes” integrados por hombres y mujeres con sentido común e ideas personales fundamentadas, por hombres y mujeres imbéciles que jamás expresaron un argumento mínimamente serio y casi siempre repudiables, por adolescentes que se subieron a la ola feminista naif que se manifiesta actualmente a través de grandes oportunistas. Ellas/os son en lado “progresista”.
En la vereda de enfrente las/os “Celestes”, en su mayoría fanáticos religiosos o víctimas de un moderado lavado de cerebro conservador.
Pero ojo, que en éste grupo también hay muchas personas, no creyentes, que ven la vida como parte de la naturaleza, pero a nivel planetario, podríamos decir. No porque Dios haya creado al hombre y a la mujer y que ésta deba procrear, sino como parte del ecosistema de nuestro planeta que considera la vida como algo extraordinario, sin llegar a una creencia religiosa. Quienes aman a los animales, a las plantas, la tierra, el agua y el aire y además a todo ser viviente.
Aquí los oportunistas son menos. La conveniencia va para el lado de moda, aquel donde las reglas se rompan (en realidad cambian, pero los locos revolucionarios de hoy creen que hacen una revolución si se sacan una selfie con un pañuelo en su muñeca).
Los verdes con argumentos 80% ridículos y despreciables y un 20% de argumentos reales, fundamentados o con datos o con su opinión.
Los celestes, 60% cargados de fanatismo absurdo, 20% con análisis personales que buscan la coherencia y 20% de fanáticos peligrosos porque suman la mentira a su argumento.
Por los Verdes, el Ministro de Salud de la Nación, Ginés Gonzáles García afirmó: “Hay una sola vida y lo otro es un fenómeno».
Por los Celestes: una ex diputada de la nación afirmó que cualquier mujer podría ir a pedir un aborto a los 7 meses de embarazo, lo que es una absoluta mentira.
Hay miles y miles de comentarios tanto de un lado como del otro que son absolutamente repudiables. Cargados de odio, mentiras, fanatismo. De todo menos lo que consideramos “pensamiento humano”.
Pero no debería sorprendernos. En nuestro planeta (en África, Europa, América y otros continentes) hay personas que como me dijo un amigo, “creen que hace dos mil años, un tipo fue sacrificado en una cruz, que murió, y a los tres días de muerto resucitó, se pegó una ducha, se cambió y se fué para no se sabe donde con un par de amigos”. Jamás se lo volvió a ver, obviamente.
Esa creencia es uno de los hitos que más fuerza le dá al catolicismo pero sobre todo a la Iglesia Católica. O sea, líderes mundiales o vecinos comunes, dan cualquier cosa por que los acaricie un hombre, vestido con atuendo especial y que goza sobre sí de unos de los poderes más fuertes de nuestra humanidad. Basado en eso, el relato de que un tipo volvió de la muerte, agarró un par de pilchas y se borró con unos amigos a un lugar desconocido.
Claramente esta es una tierra de oportunidades.
Entonces? Escucho a las/os verdes. Una parte me genera empatía y otra me genera rechazo. Escucho a los celestes y a algunos los entiendo y otros me generan asco.
Lo que estás esperando saber si llegaste hasta acá… Cómo logré decidir tan rápido si apoyaba o si estaba en contra de la aprobación de ésta ley.
No fue por un razonamiento que me surgiera a mí, aunque hubiera aparecido, pero lo escuché de otra persona, de un hombre que no recuerdo. Pudo ser un dirigente político oficialista, pudo ser opositor o tal vez era un vecino común en una entrevista de tv al azar.
“Si fuera el hombre quien quedara embarazado, no se estaría discutiendo ésta ley”.
Claro, el aborto sería algo común desde el inicio de la humanidad. Nadie puede negar que los hombres hubiéramos podido decidir sin ser juzgados ni cuestionados ni obstaculizados.
Ahí está, no sé si es el argumento más importante para decidir, pero claramente, reconociendo cómo sería si nos embarazáramos los hombres, el que se esté discutiendo ésta ley ya es un hecho de injusticia total.
El aborto sería tal vez no lo mas común, pero si algo aceptado, no estigmatizante y con acceso a todos los hombres.
No me interesan los argumentos de las/os verdes o celestes como algo fuerte o importante, pero sí tengo la obligación de tomar una decisión que apoye humildemente un acto de justicia. Una decisión que acorte un poco más la desigualdad entre el hombre y la mujer.
Estoy en contra del aborto, creo que se sacrifica una vida “chiquita”, pero una vida al fín aunque no sé exactamente que «tipo de vida» es. Quisiera que ninguna mujer desee abortar. Pero qué injusto sería si yo decidiera que no puede hacerlo.
Como dice una parte del tema “canción de mierda” de Mon Laferte: “qué sabes tú si no sangras una vez al mes”. Eso es feminismo que cambia la forma de pensar.
Hasta hace unos días, estaba en contra de la ley. Hoy, no estoy felíz. Pero la media sanción es para mí, un acto de absoluta justicia.
Joaquín Gayone
Director Agencia País