El Presidente vivió como un triunfo propio que el G20 llegara a un documento final de consenso, algo que no había ocurrido en el anterior encuentro mundial, en Hamburgo, fuera de los serios incidentes en las calles de esa ciudad portuaria de Alemania.
El encuentro del G20 en Buenos Aires colocó a la Argentina en la vidriera mundial, en el papel de anfitrión de una cumbre que le posibilitó al presidente Mauricio Macri, ponerse mano a mano con los líderes del mundo, y poder plantearles directamente cuáles son las necesidades de un país que requiere de mayores oportunidades comerciales para explotar todo su potencial.
La sola realización y organización de un evento que reúne a la mayoría de los actuales líderes políticos, sin incidentes callejeros ni mayores contratiempos, constituyó de por sí un éxito para el país, que en esta oportunidad estuvo a la altura de semejante compromiso.
«El mundo nos ha dado un lugar», resumió Macri al cerrar días de vértigo, satisfecho porque todo había salido de acuerdo a lo planificado durante un año de trabajo preparatorio.
También vivió el Presidente como un triunfo propio que el G20 llegara a un documento final de consenso, algo que no había ocurrido en el anterior encuentro mundial, en Hamburgo, fuera de los serios incidentes en las calles de esa ciudad portuaria de Alemania.
Por otra parte, las 17 reuniones bilaterales que mantuvo Macri dejaron un saldo positivo, en lo político y en lo económico; «reinstalar a la Argentina en el mundo», objetivo central de su administración
Sobresalieron cuatro encuentros: el que mantuvo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien reafirmó su apoyo al proceso argentino de reformas económicas, y reiteró el respaldo al ingreso de la Argentina a la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos).
La otra bilateral trascendente fue la que mantuvo con la primera ministra del Reino Unido, Theresa May; se trató de la primera vez que una autoridad británica de máximo nivel visita la Buenos Aires tras la guerra de Malvinas, en 1982; como plus, el Reino Unido también apoyó el ingreso de la Argentina a la OCDE.
Macri y May conversaron, sobre la posibilidad de promover más inversiones de empresas británicas en la Argentina, en sectores como energía y minería, que van a ser clave en la Argentina en los próximos años; ambos bendijeron al unísono el acuerdo estratégico entre la telefónica británica Vodafone y Telecom.
May avisó a Macri -y al mundo- que a partir del Brexit (regirá desde marzo de 2019) Gran Bretaña estará en libertad, ya fuera de la Unión Europea, en condiciones de replantear sus contactos comerciales con el Mercosur.
También pareció robustecerse las relaciones con Rusia y con Alemania, después de las reuniones bilaterales de Macri con Vladimir Putin, y con Ángela Merkel, con quien habló de la apertura comercial entre la Unión Europea y esta región del mundo.
Otro signo que debe computarse para el haber fue haber conseguido «muchos financiamientos para proyectos de agua potable, residuos e infraestructura vial, por 3.000 millones de dólares», según consignó con satisfacción el propio Macri.
«La Argentina es la primera en creer que después de tantos años de aislamiento todo el futuro pasa por comerciar, por conectarnos con la mayor cantidad de países», abundó Macri con su prédica.
Asimismo, tras las 17 reuniones bilaterales que mantuvo el gobierno nacional con los invitados, el presidente Mauricio Macri acordó realizar viajes oficiales a Arabia Saudita y a la India, posiblemente en febrero, a la vez que varias delegaciones suscribieron convenios y prometieron visitas de autoridades con grupos empresarios para afianzar las relaciones y las inversiones en el país.
Hasta el propio Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich, que venía muy cuestionado por los recientes incidentes del interminable Boca-River, pudo tomar aire, después de lograr que la marcha de protesta contra el G20 concluyera sin disturbios ni actos vandálicos.