Donald Trump ha hecho historia al convertirse en el primer presidente electo de Estados Unidos que llega a la Casa Blanca tras haber sido condenado por un delito. La sentencia, que se deriva de su relación con la exactriz de cine para adultos Stormy Daniels, fue emitida por el juez Juan Merchan del Tribunal de Distrito de Manhattan. Aunque la condena es simbólica y no conlleva prisión ni multas, marca un precedente inédito en la política estadounidense.

Durante una audiencia virtual, el juez Merchan explicó que la única forma de permitir que una sentencia condenatoria no interfiera con el ejercicio de la presidencia es a través de un «descargo incondicional». Esto significa que, aunque Trump ha sido declarado culpable, no enfrentará consecuencias legales que lo inhabiliten para asumir el cargo.

La condena se originó en un caso en el que Trump fue hallado culpable de 34 cargos de falsificación contable. Estos cargos están relacionados con un pago de 130,000 dólares realizado en la recta final de las elecciones de 2016 a Stormy Daniels, a quien se le habría pagado para silenciar una supuesta relación extramatrimonial que ocurrió una década antes. El pago fue registrado como un gasto legal, lo que llevó a las autoridades a investigar y, finalmente, a presentar cargos en su contra.

A pesar de este revés legal, Trump asumirá la presidencia el próximo 20 de enero, lo que ha generado un intenso debate sobre las implicaciones de su condena en el ámbito político y legal. La situación plantea preguntas sobre la ética y la integridad en la política estadounidense, así como sobre las posibles repercusiones de este hecho histórico en el futuro del país.