Recientemente, dos exfuncionarios del kirchnerismo han generado controversia al viajar a Venezuela para asistir a la juramentación de Nicolás Maduro, un acto que ha sido ampliamente criticado por considerarse ilegítimo tras las denuncias de fraude electoral en el país. Alicia Castro, quien fue embajadora en Venezuela, y Carlos Raimundi, exrepresentante ante la OEA, se presentaron en un evento marcado por la presencia de solo unos pocos líderes internacionales que respaldan al régimen.
A pesar del clima de tensión y las protestas que precedieron a la ceremonia, ambos exfuncionarios han defendido su apoyo a Maduro, argumentando que en Venezuela hay paz y que no existe una dictadura. Castro, a través de sus redes sociales, expresó su orgullo por asistir a la juramentación y elogió el discurso de Maduro, describiéndolo como el de un «humanista comprometido» con su pueblo. Por su parte, Raimundi, en una entrevista desde Caracas, minimizó las críticas y aseguró que el ambiente en el país era de «normalidad», a pesar de las evidentes tensiones políticas.
La presencia de estos exfuncionarios en un acto que muchos consideran una burla a la democracia ha suscitado indignación en Argentina. La oposición ha señalado la complicidad del kirchnerismo con un régimen que ha sido señalado por violaciones a los derechos humanos y por la represión de la disidencia. Este viaje a Venezuela no solo pone de manifiesto la postura del kirchnerismo hacia el gobierno de Maduro, sino que también plantea serias preguntas sobre la ética y la responsabilidad de los líderes argentinos en el contexto de la política internacional.
La situación en Venezuela sigue siendo crítica, con un régimen que se aferra al poder a pesar de las elecciones cuestionadas y la creciente presión internacional. La participación de figuras argentinas en la legitimación de este gobierno ha sido vista como un acto de desprecio hacia la lucha por la democracia y los derechos humanos en la región.