El segundo semestre en la Cámara de Diputados de Argentina se presenta con un panorama complejo, marcado por tensiones internas que podrían complicar el funcionamiento del Gobierno. Tras un receso invernal en el que se celebró la aprobación de la Ley Bases, los bloques que hasta entonces parecían aliados comienzan a mostrar fisuras. Un claro indicio de esta fragmentación fue la reciente sesión que no logró quórum debido a la falta de apoyo de La Libertad Avanza, que apenas reunió 114 diputados de los 129 necesarios. Esta situación ha llevado a la Casa Rosada a retrasar la presentación de varios proyectos clave, como la Ley Hojarasca, que busca simplificar regulaciones y desburocratizar la economía.
Cada uno de los bloques principales de la Cámara enfrenta su propio proceso de reestructuración. La Unión Cívica Radical, por ejemplo, aunque votó unida en la Ley Bases, ha evidenciado tensiones internas significativas. Dentro de su bloque, coexisten diversas facciones, desde radicales libertarios hasta aquellos alineados con Facundo Manes. La situación es similar en el espacio conocido como Encuentro Federal, donde las diferencias entre el “oficialismo republicano” y los legisladores más dialoguistas están marcadas y se hacen evidentes en las discusiones legislativas.
El bloque de Unión por la Patria también se encuentra dividido. Con 99 miembros, sus distintas corrientes han generado disensos, lo que se hizo palpable durante el debate sobre el Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones. La dirección del bloque está a cargo de un presidente que se esfuerza por conciliar los intereses de los diferentes grupos, los cuales incluyen a sectores alineados con Máximo Kirchner y La Cámpora, así como a los gobernadores. Esta fragmentación interna no solo afecta la capacidad de negociación, sino que también puede propiciar la fuga de votos en momentos críticos.
La fragmentación podría abrir oportunidades para La Libertad Avanza, que busca capitalizar las divisiones en otros bloques. Sin embargo, este partido también enfrenta sus propios desafíos internos, con tensiones visibles entre diferentes corrientes que abarcan desde liberales hasta conservadores. La agenda parlamentaria de la próxima semana será crucial para observar cómo se desarrollan estas dinámicas, ya que las convocatorias a sesiones reflejarán la capacidad de los bloques para unirse en torno a iniciativas comunes.