El presidente de la UCR Bonaerense, quien juega fuertemente para el PRO desde hace años, dio una primera señal al colocar a un correligionario ultra K como primer candidato bonaerense en la lista de Patricia Bullrich. Diego Garciarena, íntimo amigo de Abad, fue precandidato a intendente reivindicando apasionadamente a Cristina Fernández de Kirchner hace pocos años y fue mano derecha de Gabriel Mariotto en su cruzada para imponer la ley de medios del kirchnerismo.
Recientemente, uno de los dos bloques radicales, el presidido justamente por Garciarena, votó a favor del proyecto de presupuesto de Kicillof con fuertes aumentos de impuestos.
Patricia Bullrich, quien confió a Abad parte del armado de su lista (él le coló a un “enemigo” político en el primer lugar), salió a criticar duramente ese acompañamiento, lo que fue considerado una expresión de bronca por parte de la Ministra de Seguridad. Bullrich tuvo que poner la cara ante Milei por el voto a favor de Kicillof por parte de ese sector “bajo sus órdenes”. El Presidente explotó de ira por ese asunto y el hecho dejó en una posición incómoda a Bullrich.
Muchos viejos referentes del radicalismo bonaerense y algunos nacionales se ríen con cierto gesto que simboliza una especie de “yo te avisé”, cuando sale el tema de Abad. Enseguida recuerdan: traicionó al partido cuando fue segundo de Salvador, siempre jugó para el PRO en contra nuestro, después traicionó a Manes dejándolo sólo y acordó con Bullrich, a quien también traicionó colocándole un primer candidato a diputado ultra K. Según los boinas blancas, la traición es el caballito de batalla de Abad, y los acercamientos que se venían dando con distintos actores vinculados al gobierno provincial les hicieron sospechar de un acuerdo en puerta.
¿Qué puede ser mejor seguro para un acuerdo entre Abad y Kicillof que el colocar como presidente del bloque radical a un kirchnerista?