Después de diez meses consecutivos de crecimiento, la actividad económica en Argentina experimentó una desaceleración en marzo, impulsada por la aceleración de la inflación y las tensiones cambiarias previas al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la implementación de un nuevo esquema cambiario. A pesar de este freno, la economía se mantiene cerca de alcanzar el pico de actividad registrado en el cuarto trimestre de 2017.
Diversas consultoras privadas han detectado retrocesos en indicadores sectoriales clave durante el mes de marzo. Equilibra, por ejemplo, estima un crecimiento interanual del 5% en comparación con marzo de 2024, pero una caída del 1% en relación con febrero. LCG, por su parte, señala una disminución en la recaudación de impuestos internos, una caída en las importaciones de bienes de consumo y una baja en la confianza del consumidor. Estos datos sugieren que la incertidumbre económica y la aceleración de la inflación impactaron negativamente en el consumo y la inversión.
A pesar de la desaceleración en marzo, el primer trimestre del año cerraría con un alza del 5,8% en comparación con el mismo período de 2024. Sin embargo, las perspectivas para el resto del año son más cautelosas. Equilibra ha revisado su proyección de crecimiento para 2025, reduciéndola del 5,5% al 5% anual, debido a la aceleración inflacionaria, la modificación del esquema cambiario y un contexto internacional más adverso. Econviews, por su parte, advierte que el nuevo esquema cambiario podría afectar negativamente la actividad económica y los salarios reales en el corto plazo, aunque espera una recuperación en el último trimestre del año. En este contexto, la economía argentina enfrenta el desafío de mantener el crecimiento en un entorno de alta inflación y volatilidad cambiaria.