En su afán por implementar reformas electorales de cara a los comicios legislativos de 2025, el Gobierno de Javier Milei centra su estrategia en la provincia de Buenos Aires, principal bastión electoral del país y epicentro de la interna dentro del peronismo kirchnerista.

La administración libertaria negocia en el Congreso avanzar con dos puntos clave: la eliminación de las primarias abiertas y la introducción de la Boleta Única de Papel. Ambas medidas tendrían un impacto directo sobre el territorio bonaerense.

De aprobarse la Boleta Única a nivel nacional, la Provincia se vería ante un escenario inédito: Por primera vez aplicaría dos sistemas de votación diferentes, uno para los cargos nacionales y otro para los provinciales y municipales. «Es un cambio sustancial que separa lo nacional de lo provincial», advirtió un dirigente opositor.

Fuentes oficiales bonaerenses reconocen que esta potencial concurrencia de sistemas representaría un desafío logístico de gran complejidad. No obstante, el ministro Guillermo Francos impulsa esta iniciativa impulsada previamente por el PRO.

Paralelamente, el Gobierno de Axel Kicillof procura reformar la limitación a las reelecciones indefinidas de intendentes, vigente desde 2016. El objetivo es habilitar a los jefes comunales a presentarse nuevamente tras dos mandatos consecutivos.

Estas negociaciones profundizan la puja entre el gobernador y La Cámpora, que se resiste a esta posible reforma pro-reeleccionista. Kicillof, en sintonía con su proyecto «expansionista», buscaría avanzar este año en ese sentido.

En medio del recambio de la Corte Suprema bonaerense, también persisten las rispideces entre las principales ramas del peronismo provincial por ocupar los cargos vacantes. Un nuevo foco de tensión interna que el oficialismo nacional intentará capitalizar con los cambios en el proceso electoral.