En su primera visita a Alemania desde que asumió la presidencia hace seis meses, Javier Milei exhibirá los avances logrados en su cruzada contra la inflación desatada que aquejaba a la nación austral. No obstante, su agresivo plan de ajuste y reformas liberalizadoras deja también un tendal de creciente pobreza y recesión económica.

El economista libertario llegó al poder con un discurso confrontativo contra el estatismo y los privilegios de la «casta política». Sus primeras acciones impactaron de lleno el frente inflacionario, reduciendo la escalada de precios del 25% al 4,2% en apenas medio año mediante drásticas medidas fiscales.

«Milei va en la dirección correcta al reducir gastos, burocracia y dar mayor espacio a las empresas y el libre comercio», elogia Hans-Dieter Holtzmann, representante en Buenos Aires de la fundación liberal Friedrich Naumann.

Sin embargo, analistas advierten que tales logros en el plano monetario tienen un alto costo social. La devaluación del 50% del peso frente al dólar, destinada a fomentar exportaciones, encareció fuertemente las importaciones y el costo de vida.

«Los afectados son los jubilados, trabajadores públicos y de la construcción, no la ‘casta’ como prometió Milei», critica el economista Hernán Letcher. Datos de la Universidad Católica reflejan que la pobreza escaló a máximos históricos del 57%, afectando a 27 millones de argentinos.

Al impacto en los bolsillos se suma una recesión del 5,3% por la retracción productiva, consecuencia de las políticas de ajuste fiscal. Donde el gobierno ve «saneamiento necesario», la oposición denuncia un «paquete de hambre».

No obstante, los empresarios respaldan las reformas pro mercado aprobadas por el Congreso para desregular la economía. «Se pagó el precio por frenar la inflación, pero parece que ya se superó lo peor», confía el asesor Carl Moses.

El presidente Milei buscará convencer a Berlín de que su remedio amargo, aunque efectivo contra la hiperinflación crónica, es también la llave para la reactivación y el desarrollo a largo plazo que anhela Argentina. Una promesa que su pueblo más vulnerable aún no puede celebrar.