La determinación de Diana Mondino de votar en la ONU a favor de Cuba, en contra de la posición declarada del presidente Javier Milei de alinearse con Estados Unidos e Israel, terminó por detonar su salida del cargo de Ministro de Relaciones Exteriores. Si bien Mondino había estado en varias ocasiones al borde de ser despedida debido a una sucesión de errores y desaciertos, el presidente Milei la respaldaba por razones personales y porque medía bien en las encuestas. Sin embargo, la votación en la ONU fue un punto de quiebre que el mandatario no pudo pasar por alto.
Detrás de esta decisión, se esconden meses de tensiones y disputas entre Mondino y miembros del círculo íntimo del presidente como Karina Milei y Santiago Caputo. Ellos intentaron, infructuosamente, controlar y alinear la gestión de la Cancillería con la agenda ideológica del gobierno. Primero mediante la inserción de asesores de confianza, como Úrsula Basset, y luego con el nombramiento de Nahuel Sotelo como Secretario de Culto y Civilización. Pero finalmente, la falta de sintonía de Mondino con las prioridades del presidente Milei en política exterior terminó por sellar su salida.
La decisión de despedir a Mondino, si bien sorpresiva, no fue del todo inesperada. El presidente Milei venía dando señales de que su paciencia se agotaba, como la carta que envió a todo el cuerpo diplomático instándolos a alinearse con su visión o renunciar. Además, la estrategia de «purga ideológica» que impulsa en la Cancillería ya había cobrado otras víctimas, como el representante argentino ante la ONU, Ricardo Lagorio, o el viceministro Leopoldo Sahores. La Casa Rosada evidencia así su decisión de imponer a toda costa su agenda internacional, sin contemplaciones.
En ese contexto, el presidente Milei eligió a Gerardo Werthein, hasta ahora embajador en Estados Unidos, como el nuevo canciller. Werthein es considerado un hombre de confianza que «entiende el pensamiento ideológico» del mandatario y está dispuesto a llevar adelante su agenda de política exterior, más allá de los cuestionamientos que puedan surgir. La salida de Mondino es, por lo tanto, una clara señal de que Milei no está dispuesto a tolerar discrepancias en un área tan sensible como las relaciones internacionales.