China es el mayor socio comercial de Brasil, si bien sus relaciones diplomáticas se deterioraron durante la administración del presidente Jair Bolsonaro, quien no fue reelegido y finalizó su mandato en diciembre.
Siendo partidarios acérrimos del expresidente estadounidense Donald Trump, Bolsonaro y su hijo el senador Eduardo Bolsonaro, así como el exministro de Educación Abraham Weintraub, atacaron públicamente a China en reiteradas ocasiones por motivos ideológicos.
“Los chinos no han dejado de invertir en Brasil, incluso durante el gobierno de Bolsonaro. Lo que veo ahora es una posibilidad de mejora de esta relación, con Lula”, dijo a BNamericas Décio Oddone, titular de energía del centro brasileño de relaciones internacionales Cebri y ex director general del regulador de petróleo y gas ANP.
Mientras procura acceso a reservas y la rentabilidad de petróleo y gas, China avanzaría con una estrategia integrada en el sector eléctrico.
“Comenzaron con líneas de transmisión y ahora invierten en fuentes renovables. Y, más adelante, pueden migrar al hidrógeno verde”, anticipa Oddone, quien encabeza la firma brasileña de hidrocarburos Enauta.
Ticiana Alvares, doctora en Economía Política Internacional de la Universidad Federal de Río de Janeiro, prevé una política exterior más proactiva de cooperación sur-sur bajo Lula, tanto en términos de integración regional como de fortalecimiento de bloques comerciales como el formado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica (BRICS).
“De esta forma, China tendrá un papel prepondrán en esta reanudación [de las relaciones sur-sur], ya que es el principal socio comercial de Brasil y otros países latinoamericanos”, dijo a BNamericas.
Alvares destacó que existe un gran potencial de cerrar negocios energéticos dentro del BRICS, siendo Brasil y Rusia proveedores y China e India consumidores.
“Brasil también es un referente en energías renovables, y China apunta a diversificar su matriz energética, lo que aumenta ese potencial”, agregó.