El Banco Central de la República Argentina (BCRA) se vio forzado a endurecer las restricciones cambiarias, conocidas popularmente como «cepo», debido a una maniobra financiera del Banco Galicia que permitía la fuga de divisas del país. Inicialmente, el BCRA, liderado por Santiago Bausili, había permitido ciertas operaciones que ayudaban a contener el valor del dólar futuro. Sin embargo, el Banco Galicia aprovechó al máximo esta situación, lo que obligó al Central a tomar medidas más drásticas.

La operación consistía en que fondos de inversión compraban obligaciones negociables (ON) del Banco Galicia en dólares, sin pago de intereses, con el objetivo de prestarle dólares al banco y recibir la devolución en Nueva York en diciembre. El Banco Galicia, para cubrirse del riesgo de una subida del dólar, adquiría contratos de dólar futuro, asegurando así la recompra de los dólares al precio pactado. Con los dólares recibidos, el banco los vendía en el mercado oficial, invirtiendo los pesos resultantes en bonos del Tesoro o prestándolos a empresas, beneficiándose de la diferencia de tasas.

Aunque la maniobra era técnicamente legal, se consideró que violaba el espíritu de las normas que restringen la salida de capitales. Esta situación generó preocupación en el gobierno, que incluso frenó la emisión de deuda de otro banco, Supervielle, para evitar que replicara la estrategia del Galicia. Ante la persistencia de la fuga de dólares, el Banco Central emitió una circular extendiendo el plazo de acceso al dólar oficial para el repago de deuda corporativa de 6 a 18 meses, buscando así poner fin a esta operatoria.

La situación también generó reacciones en el mercado. El fondo de Stanley Druckenmiller, por ejemplo, redujo su tenencia de bonos argentinos en un 20% después de haber alcanzado un máximo en enero. Wall Street advirtió que el gobierno necesita acumular más reservas de divisas.