En un mundo cada vez más digitalizado, donde la información fluye a través de las redes sociales a una velocidad vertiginosa, la educación se enfrenta a un nuevo y apremiante desafío: enseñar a los jóvenes a discernir entre la verdad y la falsedad, a identificar discursos de odio y a ser conscientes del impacto de sus acciones en línea. La proliferación de fake news y la polarización en las redes sociales han generado una creciente preocupación en la comunidad educativa, que busca herramientas y estrategias para combatir estos fenómenos. Esta problemática se agudiza al considerar que muchos jóvenes se informan principalmente a través de plataformas como TikTok, donde la verificación de la información es a menudo limitada.

Más allá de los resultados académicos tradicionales, la educación actual debe enfocarse en desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades digitales de los estudiantes. Según un artículo escrito por Helena López para El Periódico, los centros educativos en Cataluña están implementando diversas iniciativas para «despertar» a los alumnos ante los riesgos de la desinformación y el ciberacoso. Una de estas iniciativas es CodiCrack, un proyecto que busca formar en competencias digitales a jóvenes de entornos vulnerables, abordando temas como la búsqueda de fuentes confiables, la ciberseguridad y la gestión de emociones en línea. Este proyecto reconoce que la brecha digital actual no se limita al acceso a la tecnología, sino a su uso responsable y consciente.

La directora de la UEC Esclat, Brisa Galindo, destaca la importancia de concienciar a los estudiantes sobre su «huella digital» y las consecuencias legales de compartir contenido inapropiado en redes sociales. «Debemos enseñar a los chicos qué significa la huella digital; no tienen conciencia de que lo que comparten en las redes se queda ahí o de que compartir según qué vídeos es delito», afirma Galindo. En este sentido, es fundamental que los jóvenes comprendan que sus acciones en línea tienen un impacto real y que deben ser responsables con la información que comparten. La lucha contra la desinformación y el odio en las aulas es una tarea compleja, pero esencial para formar ciudadanos críticos y comprometidos en la era digital, capaces de navegar por el mundo digital con discernimiento y responsabilidad.