El gobierno anticipa unos meses complicados en materia inflacionaria y busca desviar la atención pública hacia la interna peronista. Desde la Casa Rosada reconocen que, tras el aumento de precios de marzo, los próximos meses podrían registrar una inflación cercana al 5% mensual, lo que pondría en riesgo uno de los principales objetivos del gobierno de Javier Milei.
Ante este panorama, la estrategia oficial consiste en exacerbar la división dentro del peronismo, alimentando la disputa entre Cristina Kirchner y Axel Kicillof. La idea es que este conflicto monopolice la agenda política y opaque el impacto del aumento de precios en el bolsillo de los ciudadanos.
En el gobierno se entusiasman con replicar el escenario de Santa Fe, donde la fragmentación del peronismo en tres listas facilitó el triunfo de la oposición. El objetivo es que la pelea entre Cristina y Kicillof derive en la presentación de dos listas diferentes en la provincia de Buenos Aires, o al menos genere una fuerte controversia que acapare la atención mediática.
Incluso, algunos sectores del oficialismo evalúan la posibilidad de brindar apoyo al gobernador Kicillof, a través de obras o fondos que actualmente se encuentran frenados. Paralelamente, se analiza la opción de impulsar una tercera alternativa peronista, con figuras como Fernando Gray, Julio Zamora y Florencio Randazzo, con el objetivo de dividir aún más el voto opositor.
Sin embargo, Cristina Kirchner pareció anticiparse a esta estrategia y cedió en su disputa con Kicillof, aceptando el desdoblamiento de las elecciones. Este movimiento se interpreta como un intento de alcanzar la unidad dentro del peronismo y evitar la dispersión del voto.