La relación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) se encuentra en un momento de incertidumbre debido a la confrontación entre el gobierno de Donald Trump y el organismo multilateral. Las políticas proteccionistas impulsadas por Trump han generado tensiones en la arquitectura financiera occidental, lo que complica las negociaciones de Argentina para obtener un nuevo programa de financiamiento.

Kristalina Georgieva, titular del FMI, ha expresado su preocupación por el impacto global de las medidas de Trump, lo que refleja la magnitud del choque entre Estados Unidos y el resto del mundo. Esta situación ha dejado a Argentina en una posición incómoda, ya que el país contaba con el apoyo de Trump para destrabar un nuevo desembolso.

Si bien Estados Unidos es el principal accionista del FMI, con poder de veto sobre las decisiones del organismo, otros socios mayoritarios se muestran reticentes a conceder un nuevo acuerdo a Argentina. Además, la falta de un representante oficial del gobierno estadounidense en el FMI dificulta la interlocución y genera desorden en los debates internos.

A pesar de que Argentina ha suscrito 23 programas con el FMI desde 1956, ninguno de ellos ha tenido éxito. La experiencia reciente demuestra que el fracaso del préstamo concedido al gobierno de Mauricio Macri provocó la salida de altos funcionarios del organismo. En este contexto, la incertidumbre generada por las políticas de Trump añade un nuevo factor de riesgo a la relación entre Argentina y el FMI.