A medida que se intensifican las tensiones políticas en América Latina, China ha decidido aumentar significativamente su ayuda a la región, con el objetivo de consolidar su influencia ante los recortes de asistencia que ha implementado el gobierno de Donald Trump. Este año, se estima que China invertirá hasta 6,000 millones de dólares, lo que representa un incremento del 15% en comparación con el año anterior. Esta cifra contrasta notablemente con el presupuesto de la USAID, que era de 2,000 millones de dólares para todo el mundo antes de los recientes cambios impulsados por Trump y Elon Musk.

La estrategia de Beijing se centra en llenar el vacío dejado por la reducción de la cooperación estadounidense, y para ello, ha activado dos nuevos fondos destinados a infraestructura e industria, además de su fondo de cooperación específico para América Latina. Diplomáticos chinos han comenzado a comunicar a sus homólogos latinoamericanos que la instrucción desde Pekín es aprovechar esta oportunidad para fortalecer la presencia china en la región.

Mientras tanto, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, está reorganizando la USAID, que ha sido objeto de críticas y acusaciones de corrupción. La decisión de Trump de recortar ayudas externas ha generado preocupación en Washington, ya que estas son consideradas una herramienta clave del «soft power» estadounidense. En este contexto, la diplomacia china lanza un mensaje claro: con Trump en la Casa Blanca, Estados Unidos ya no es visto como un socio confiable.

Además, el gobierno chino está explorando nuevas oportunidades en el ámbito del comercio internacional, como la posibilidad de reemplazar el sistema de transacciones SWIFT, que actualmente domina el comercio global, con alternativas que podrían beneficiar a varios países en desarrollo. Esta serie de movimientos pone de manifiesto la intención de China de fortalecer su posición en América Latina en un momento de incertidumbre para la política estadounidense.