La reciente llegada de ciudadanos iraníes a Venezuela ha generado inquietud en América Latina, especialmente por las implicaciones migratorias y las posibles repercusiones geopolíticas que podrían surgir de este fenómeno. Las autoridades migratorias en Colombia han encendido las alarmas tras detectar que algunos de estos individuos intentan cruzar la frontera con documentos falsificados, lo que podría representar un riesgo para la seguridad regional.
El 9 de enero de 2025, tres iraníes fueron detenidos en el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá mientras intentaban abordar un vuelo a Cancún con pasaportes falsos. Provenientes de Brasil, fueron devueltos a su país de origen, lo que evidencia un aumento en el tráfico de documentos fraudulentos. En Cúcuta, otro grupo de iraníes también fue interceptado por presentar documentación irregular al intentar ingresar a Colombia desde Venezuela.
Fuentes de inteligencia han señalado que la relación entre Irán y Venezuela va más allá de la cooperación económica, sugiriendo que hay un plan más amplio para desestabilizar la región. Se ha informado que el régimen de Maduro ha permitido la instalación de bases de Hezbolá y de la Guardia Revolucionaria Islámica en el país, lo que podría transformar a Venezuela en un centro de operaciones para actividades ilegales y terroristas en América Latina.
Además, la colaboración militar entre ambos países ha crecido, con acuerdos que incluyen el desarrollo de tecnología militar avanzada y la formación de fuerzas de seguridad venezolanas. Este tipo de cooperación podría tener un impacto significativo en la geopolítica de la región, especialmente con la exportación de drones de última generación que podrían ser utilizados en misiones ofensivas.
La llegada de iraníes a Venezuela y su intento de cruzar a Colombia con documentos falsificados podría ser solo el comienzo de un plan más amplio que busca abrir nuevas oportunidades para la expansión de actividades ilegales en el continente.