En las primeras horas del miércoles, la capital ucraniana fue blanco de un intenso bombardeo aéreo por parte de Rusia. Pese a la magnitud del ataque, las defensas antiaéreas ucranianas lograron repeler con éxito los misiles entrantes, evitando víctimas y daños significativos.

Este nuevo episodio bélico se produjo horas después de que Estados Unidos cerrara su embajada en Kiev ante la advertencia de un inminente ataque a gran escala. La escalada de violencia responde al reciente uso por parte de Ucrania de misiles de largo alcance ATACMS proporcionados por Washington contra territorio ruso.

«Rusia lleva meses almacenando misiles para preparar una serie de ataques», reveló Andriy Kovalenko, funcionario ucraniano. Las acciones del Kremlin parecen una respuesta a la ampliación de las capacidades militares de Kiev gracias al apoyo occidental.

El bombardeo ruso coincide además con la actualización de la doctrina nuclear de Putin. El nuevo decreto amplía las condiciones para un eventual uso de armas nucleares, en un claro mensaje a Occidente por su implicación en el conflicto.