El gobierno nacional inauguró esta semana el gasoducto Norte, que conecta la cuenca de Vaca Muerta con las provincias del norte argentino. Sin embargo, la obra todavía presenta un 25% de obra pendiente, lo que pone en riesgo la ansiada exportación de gas a Brasil este verano.
Durante el acto, el viceministro coordinador de Energía, Daniel González, señaló que esta podría ser «la última obra que financie el Estado Nacional», dando a entender que el sector privado estará a cargo de futuros proyectos de infraestructura. No obstante, la realidad es que aún quedan varios desafíos por delante.
En primer lugar, para que el gas pueda cruzar la frontera hacia Brasil se requiere una obra adicional que Energía Argentina (Enarsa) aún no ha licitado. Este trámite puede demorar hasta tres meses en completarse, por lo que la exportación este verano parece poco viable.
Además, el peaje que cobra Bolivia por el uso de su red de ductos para transportar el gas de Vaca Muerta encarece significativamente la molécula, quitándole atractivo al mercado brasileño. Algunos analistas estiman que el precio final rondaría los 7 dólares por millón de BTU, muy por encima de lo que Brasil estaría dispuesto a pagar.
Ante esta situación, las empresas productoras proponen una solución polémica: eliminar el precio mínimo del gas establecido en el Plan Gas. De esta forma, podrían ofrecer el recurso a un precio más competitivo en el mercado externo, aunque eso implicaría que los consumidores argentinos terminen pagando más por el gas.
En resumen, si bien el gobierno aceleró la inauguración del gasoducto Norte, aún quedan desafíos pendientes que ponen en riesgo la prometida exportación a Brasil, al menos en el corto plazo. Las empresas buscan soluciones que cuestionan el equilibrio entre el mercado interno y externo.