Un clima de tensión se ha apoderado de varios diputados que apoyaron el veto del presidente Javier Milei hacia las universidades, tras ser objeto de rechazos y escraches por parte de estudiantes universitarios en diversas provincias. Este fenómeno se hizo evidente cuando Martín Menem, un legislador del PRO, fue abucheado y atacado con huevos en Río Gallegos, lo que refleja el descontento creciente entre los jóvenes. En respuesta a la presión, Cristian Ritondo, junto a otros líderes macristas, convocó una reunión informal para abordar las inquietudes de aquellos que temen regresar a sus provincias y enfrentarse al repudio popular.

Mercedes Llano, diputada mendocina, se encuentra en una situación complicada luego de que la Universidad Nacional de Cuyo la declarara «persona no grata» por su apoyo al veto. A medida que los escraches se multiplican, la presión sobre los legisladores aumenta. La reacción de los estudiantes no solo se limita a Menem y Llano, sino que también ha afectado a otros diputados que intentaron participar en actividades en universidades, como Agustín Romo y Santiago Santurio, quienes experimentaron un rechazo similar en La Plata.

Los escraches han generado malestar en el ámbito político, donde incluso se han dado casos de legisladores que han tenido que buscar refugio en vehículos de seguridad para evitar conflictos con los estudiantes. La situación ha llegado a un punto donde algunos diputados, como Martín Ardohain, se sintieron obligados a huir ante la llegada de universitarios en su provincia. Este escenario ha llevado a un debate interno en los partidos, especialmente en la UCR, donde los moderados exigen una respuesta ante la creciente presión social.

La crisis también ha puesto en evidencia las divisiones dentro de los bloques legislativos, con llamados a la expulsión de aquellos que se alinearon con las posturas más extremas. Ante el descontento generalizado, se rumorea que algunos legisladores están buscando asesoría legal para enfrentar las repercusiones de sus decisiones, mientras que el descontento en las universidades continúa creciendo, reflejando la profunda desconexión entre los representantes políticos y las demandas de los jóvenes.