Recientemente, el Papa Francisco hizo una grave denuncia sobre la administración de Javier Milei, revelando que en su gobierno se solicitaron coimas para aprobar proyectos de inversión. Durante un encuentro con representantes de movimientos sociales, el Sumo Pontífice relató la experiencia de un empresario internacional que, al intentar presentar un nuevo plan de inversión en Argentina, se encontró con la exigencia de un soborno por parte del secretario de un ministro. Francisco subrayó el hecho diciendo: “El Diablo entra por el bolsillo, no se olviden”, lo que pone de relieve su preocupación por la corrupción en el actual gobierno.
El relato del Papa destaca cómo el empresario fue atendido cordialmente por el ministro, pero al día siguiente, su secretario le pidió una coima antes de poder otorgarle el permiso necesario para su proyecto. Este tipo de prácticas corruptas no son nuevas en la política argentina, pero las acusaciones del Papa han generado un gran revuelo en el contexto actual, donde se han destapado otros casos de corrupción dentro del gobierno de Milei, que parecen seguir un patrón similar.
El escándalo más notable mencionado por Francisco fue un pedido de coimas por 15 millones de dólares a empresarios del sector pesquero para renovar la cuota de pesca de merluza hubbsi. Este caso, entre otros, ha llevado a la destitución de funcionarios y ha levantado sospechas sobre la integridad de la administración. Además, se ha revelado que algunos intermediarios en el manejo de la pauta oficial estarían cobrando comisiones elevadas, lo que alimenta aún más las acusaciones de corrupción que rondan al gobierno.
La denuncia del Papa Francisco se suma a una serie de críticas sobre cómo el gobierno de Milei ha manejado la situación social en Argentina, incluyendo la represión de protestas. A medida que se acumulan las acusaciones de corrupción, la imagen del gobierno se ve cada vez más comprometida, lo que plantea un desafío significativo para Milei y su administración en el futuro cercano.