La reciente llegada de Edmundo González Urrutia a España ha desatado una serie de tensiones diplomáticas entre Venezuela y España. La aprobación por parte del Congreso español de una proposición no de ley que reconoce a González Urrutia como presidente electo de Venezuela ha generado una fuerte reacción por parte del gobierno venezolano, que considera esta acción como una «declaración de guerra» contra su legitimidad.
González Urrutia, exdiplomático y figura opositora, ha sido objeto de controversia desde su salida de Venezuela, con acusaciones de que su asilo en España es un intento de desestabilizar al gobierno de Nicolás Maduro. En respuesta a la posición del Congreso español, Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, ha propuesto romper relaciones diplomáticas y comerciales con España, lo que refleja la gravedad de la situación.
El contexto de esta crisis se complica aún más por la falta de consenso internacional sobre el reconocimiento de González Urrutia. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea han mostrado reticencias a seguir el mismo camino que España, temiendo que se repitan situaciones similares a las que se vivieron con Juan Guaidó. La oposición española, liderada por el Partido Popular, ha instado al gobierno de Pedro Sánchez a tomar una postura más firme, mientras que el Ejecutivo busca mantener un enfoque cauteloso.
El impacto de estas decisiones no solo afecta las relaciones bilaterales, sino que también pone en cuestión la estabilidad política en Venezuela. A medida que se intensifica la presión sobre el gobierno de Maduro, las posiciones extremas de ambos lados sugieren un panorama político cada vez más fracturado. La situación exige una atención cuidadosa por parte de la comunidad internacional para evitar una escalada en las tensiones.