En medio de la grave crisis política desatada en Venezuela tras los comicios presidenciales, los reclamos de transparencia y desconfianza hacia los resultados oficiales se multiplican en la región y el mundo.
El presidente chileno, Gabriel Boric, fue uno de los mandatarios que con mayor contundencia cuestionó el proceso electoral. «Desde Chile no reconoceremos ningún resultado que no sea verificable», sentenció, calificando como «difíciles de creer» los datos divulgados por el oficialista Consejo Nacional Electoral que dan la victoria a Nicolás Maduro.
Boric exigió la apertura de las actas y que veedores internacionales imparciales corroboren la veracidad de los resultados. «La comunidad internacional, y sobre todo el pueblo venezolano, exigimos total transparencia», remarcó.
Posturas similares expresaron otros líderes de la región como el presidente uruguayo Luis Lacalle Pou, quien consideró que «el proceso estuvo viciado» y que «no se puede reconocer un triunfo» obtenido por medios cuestionables.
Desde Estados Unidos, el secretario de Estado Antony Blinken demandó un «recuento justo y transparente», mientras figuras como los ex mandatarios colombianos Andrés Pastrana e Iván Duque denunciaron un «golpe de Estado» y un «robo» al desconocerse la voluntad popular.
El canciller peruano también rechazó enfáticamente «la sumatoria de irregularidades con voluntad de fraude» y advirtió que su país «no aceptará la violación de la voluntad popular del pueblo venezolano».
En un clima de alta tensión política, las acusaciones cruzadas de fraude entre el chavismo y la oposición colocan a Venezuela en una encrucijada que podría profundizar su crisis institucional y aislamiento internacional.