El fatídico fallo informático provocado por CrowdStrike no solo generó un caos operativo sin precedentes, sino que también desató una verdadera tormenta en los mercados bursátiles de todo el mundo. Las acciones de la propia firma de ciberseguridad estadounidense fueron las más vapuleadas, con desplomes que superaron el 14% en la apertura de Wall Street.
Sin embargo, el efecto dominó alcanzó a pesos pesados de la tecnología como Microsoft, cuyos papeles cedieron más de un 2%. «Se trata de un claro castigo inversor ante las disrupciones causadas por la vulnerabilidad en los sistemas informáticos de la compañía», señalaron analistas.
La debacle bursátil también golpeó con fuerza al sector aeronáutico. United Airlines y Delta, dos de las mayores firmas aéreas que debieron suspender todos sus vuelos por el apagón digital, vieron cómo sus acciones se derrumbaban en las primeras operaciones. Lo mismo ocurrió con Air France-KLM, Ryanair y otras empresas del rubro.
«Las perturbaciones se producen en un contexto de alta volatilidad para los mercados tecnológicos. El Nasdaq acumula caídas superiores al 3% en la semana», describió la agencia Bloomberg. Incluso referentes bursátiles europeos como el EuroStoxx 600 y el índice londinense FTSE 100 no quedaron inmunes, arrojando bajas de hasta 0,5%.
Más allá del impacto inmediato, algunos expertos anticipan que las consecuencias podrían prolongarse. «La rotación de capitales fuera de las tecnológicas ha sido brutal y podría continuar por un tiempo», advirtió Rajeev De Mello, estratega de Gama Asset Management.
No obstante, otros analistas ponderan que se trató de un sacudón pasajero. «Es poco probable que las pérdidas del mercado provocadas por estas interrupciones perduren», sostuvo De Mello, vaticinando eventuales compras de oportunidad ante las bajas generalizadas.