Las recientes elecciones europeas han marcado un claro fortalecimiento de los partidos de derecha en el Viejo Continente. Desde Francia hasta Alemania, los sectores conservadores y ultranacionalistas lograron resultados históricos, desafiando los equilibrios políticos vigentes.

En Francia, el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen y Jordan Bardella se erigió como la primera fuerza tras la primera vuelta de las legislativas, relegando a la izquierda y al partido del presidente Macron. Esto obligó a una recomposición de alianzas con el objetivo de frenar el ascenso de la ultraderecha.

Mientras tanto, en Alemania, la controversial Alternativa para Alemania (AfD) alcanzó un sorprendente segundo lugar, detrás de la coalición conservadora, pero por delante de los socialdemócratas. Más allá de las polémicas, el partido de extrema derecha logró capitalizar el descontento y el creciente rechazo a la inmigración.

Este fenómeno político se replica en otras naciones europeas, como Italia y Reino Unido, donde las fuerzas de derecha asumen cada vez más protagonismo. Esto abre interrogantes sobre los futuros rumbos de la Unión Europea, en particular, en lo referido a temas como la inmigración, el euroescepticismo y la postura frente a la OTAN.