Europa se encamina hacia un giro político notorio tras las pasadas elecciones al Parlamento Europeo. Las fuerzas conservadoras y euroescépticas han logrado importantes avances que inclinan la balanza hacia posturas más nacionalistas.

En Francia, el gran vencedor fue el ultraderechista Rassemblement National de Marine Le Pen, con un respaldo del 32% de los votantes frente al 15% del oficialista Renacimiento. El presidente Emmanuel Macron, forzado por este revés, disolvió la Asamblea Nacional y convocó comicios anticipados para el 30 de junio. «He escuchado su mensaje, no dejaré que quede sin respuesta», advirtió ante el auge de los nacionalistas.

Aunque con menor impacto, la tendencia de derecha se replicó en buena parte de Europa. En Alemania, la populista AfD se situó como segunda fuerza más votada con el 16,5%, confirmando su avance pese a los escándalos recientes y seduciendo especialmente al electorado masculino joven.

Austria también otorgó un sólido 27% al ultraderechista FPÖ, mientras la alianza conservadora PPE de Ursula von der Leyen se perfila como virtual ganadora a escala continental. No obstante, la composición final del Parlamento Europeo aún deja margen para reagrupamientos clave de la derecha dura que podrían amplificar su peso.

Los analistas advierten sobre esta polarización entre posiciones globalizadoras y nacionalistas, con riesgo de desinhibición social hacia posturas de extrema derecha. El futuro de la Unión Europea parece encaminarse a un importante giro ideológico de consecuencias aún impredecibles.