En un emotivo reconocimiento póstumo, el disidente político ruso Alexéi Navalni fue galardonado con el prestigioso Premio de la Paz de Dresde. La distinción, que incluye 10.000 euros, fue recibida por su viuda Yulia Navalnaya en una ceremonia colmada de simbolismo.

Navalnaya, afrontando el duro trance con entereza, dedicó el galardón a «todos aquellos que luchan por la paz en Rusia y lo arriesgan todo en el proceso». En un discurso cargado de franqueza, advirtió que «el mundo debe dejar de lado sus ilusiones sobre Putin. No se le puede creer una sola palabra, y nunca parará. ¡Putin es la guerra!».

Fue el expresidente Joachim Gauck quien elogió a Navalni como un «ícono de todos los rusos decentes». La viuda compartió el estrado con Gauck, en un acto donde también se recrearon los memorables «Discursos de Alexéi Navalni ante el tribunal».

El fallecido opositor, de 47 años, desafió al régimen ruso mediante su activismo antibribería y su denuncia de los abusos gubernamentales. Un bloguero mordaz pero con sentido del humor, Navalni alcanzó gran popularidad, especialmente entre los jóvenes rusos hastiados de la corrupción endémica.

Sobrevivió a un intento de envenenamiento en 2020 que lo obligó a ser trasladado a Berlín para recibir tratamiento en el hospital Charité. Aun así, regresó a su país natal donde fue detenido y condenado a 19 años de prisión. En circunstancias aún no aclaradas, murió en febrero en una cárcel remota de Siberia.

Si bien la muerte apagó su voz crítica, sus allegados prometen mantener viva su llama. «Navalny se convirtió en el mayor peligro para Putin», explicó la asociación otorgante del premio. Ahora, su viuda se perfila como la nueva cara visible del movimiento democrático en Rusia.