Un novedoso proceso político encabezado en 1970 por el presidente Salvador Allende Gossens, «Chicho» para sus simpatizantes», que buscaba un «socialismo por la vía pacìfica», chocó de frente con una poderosa derecha y el apoyo de Estados Unidos que pavimentaron el camino a una dictadura que duró desde 1973 hasta 1990.

El bombardeo de La Moneda del 11 de septiembre de 1973 no significó sólo la caída del Gobierno de Salvador Allende y la instauración de una dictadura que duró 17 años, sino que fue el fin de una serie de cambios que el mandatario venía realizando en un contexto de crisis, que tenían como objetivo implementar la «vía chilena al socialismo» y mejorar así la economía, la salud y la educación del pueblo.

El 3 de noviembre de 1970, tras su victoria electoral al frente de la coalición de izquierda Unidad Popular, que lo convirtió en el primer presidente socialista en ser elegido democráticamente, Allende inició su mandato con un programa de gobierno enfocado en un Estado popular.

Chile en los años 70

Para ese entonces, el país tenía una población de nueve millones de personas (actualmente es de alrededor de 18 millones) y la mayoría vivía en condiciones de inseguridad material y pobreza.

«Durante el Gobierno de Allende, el desarrollo del poder popular permitió que los trabajadores tuvieran la posibilidad de tener acceso al control de las empresas que trabajaban y eso explica por qué la clase popular se empoderó», señaló a Télam el historiador chileno Gabriel Salazar, premio nacional de historia en 2006.

Para Salazar, se podría «decir que durante el gobierno de Allende el pueblo estuvo bien, estuvo luchando, manejó la producción, manejó la distribución de alimentos, y eso quedó en la memoria popular hasta el día de hoy», aunque apuntó que algunas de las reformas tenían su origen en leyes sociales incluidas en el código de trabajo de 1931 y, sobre todo, «en el entusiasmo popular por hacer los cambios que se necesitaban».

Económicamente, el país era muy dependiente de la minería, al poseer inmensos recursos en la materia, entre ellos las mayores reservas de cobre en el mundo. La mayoría estaba en manos del capital estadounidense, lo que también la hacía una economía muy dependiente del mercado mundial.

La transición que quería llevar a cabo Allende, denominada «la vía chilena al socialismo», contemplaba varios cambios con un gran rol del Estado en materia económica.

En esa línea, uno de los principales hitos que marcó su Gobierno fue la nacionalización del cobre, un proceso que comenzó el presidente Eduardo Frei Montalva (1964-1970) con su «revolución en libertad», que en el ámbito económico buscaba reformas estructurales, como una nueva política cuprífera.

Finalmente, con Allende en el poder se retomó esta nueva política y el 11 de julio de 1971 el Congreso Nacional aprobó, con muy pocas modificaciones y en votación unánime, la nacionalización del cobre, que permitió a Chile la propiedad y dirección de ese mineral, del cual se beneficia económicamente el país hasta la actualidad, incluido el período de la dictadura de Augusto Pinochet.

En noviembre de 1971 se concretó la visita del líder de la Revolución Cubana Fidel Castro, que causó preocupación en la derecha chilena, acrecentando un clima político antigubernamental.

De todas formas, Salazar consideró que esta visita no cambió mucho «la decisión ni de Estados Unidos ni la derecha en el proceso del golpe».

«Ya los dados se habían tirado, ya Estados Unidos estaba con el proyecto de golpe de Estado en marcha y la derecha sólo esperaba el ‘vamos’ de Estados Unidos para hacer sus locuras en las calles, que efectivamente las hizo», señaló.

Ya en 1972 se aceleró la crisis económica, con un aumento en la inflación y estancamiento productivo, que llevó a un desabastecimiento de bienes básicos en importantes sectores de la población. Los niveles de inflación pasaron de 22% en 1971 al 605% en 1973.

En octubre de ese año se llevó a cabo el conocido «paro de los camioneros» en contra del Gobierno de Allende, lo que aumentó los problemas de distribución de mercaderías, derivando a las conocidas «filas» para acceder a alimentos y servicios básicos.

Para 1973, el ambiente político y económico estaba caldeado y, sumado a las diferentes huelgas y paros de grandes y medianos empresarios, llevó a la oposición a buscar destituir al presidente, un proceso que fracasó al no contar con los votos necesarios.

La irrupción de Allende se dio a su vez en pleno contexto de Guerra Fría, alejando a Chile de Estados Unidos, lo que derivó en que ese gobierno interviniera junto a la derecha chilena para impedir el avance del socialismo en la región, según dan cuenta varios documentos desclasificados de esa época.

El «tanquetazo»

Los meses siguientes se agravó la crisis política y el 29 de junio de 1973 se realizó el conocido «tanquetazo», un intento de golpe de Estado en el que soldados y tanques transitaron por las calles de la capital chilena y abrieron fuego contra los edificios gubernamentales, siendo repelidos por los soldados leales al Gobierno.

Este hecho ya adelantaba lo que estaba por venir el 11 de septiembre, aunque también significó un «cambio fundamental», según Salazar, ya que «hasta ese momento el pueblo creía que Allende iba a resolver todos los problemas e iba a realizar la revolución social que había prometido y alcanzar de una vez por todas el status de vida que el pueblo esperaba desde hacía décadas, y entonces quedó claro que después de eso ya no era posible».

Después de ese intento de golpe, «comenzó a desfilar frente a La Moneda una muchedumbre que duró dos días, probablemente unas 800.000 personas o un millón y tanto, que estuvo desfilando con el puño en alto pasando frente al balcón de La Moneda y gritando una consigna muy significativa: ´Compañero presidente el pueblo te protege´», recuerda Salazar.

«Un día o dos antes del golpe se realizó una concentración cerca de La Moneda de los llamados cordones industriales y ahí los trabajadores se pusieron de acuerdo para enviarle a Allende una carta, que no se si llegó, en que le dicen que abandone La Moneda, que se vaya con ellos a los cordones industriales o a los comandos comunales, donde estaba el control popular sobre la situación y que pelearan juntos», relata el historiador.

El sueño se desploma

El 11 de septiembre de 1973, ya enterado de todo, Allende se dirigió al Palacio de La Moneda mientras comenzaba el avance militar.

A las 11 de la mañana el presidente socialista se dirigió al país en su último mensaje a través de una cadena de radioemisoras, en el que señaló su decisión de no abandonar la Casa de Gobierno y «seguir defendiendo a Chile».

Previo a la caída del Gobierno, Allende dio el famoso discurso en Radio Magallanes: «… mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad mejor».

Al mediodía inició el bombardeo a La Moneda, que duró 15 minutos, con aviones de la Fuerza Aérea de Chile, para pocos minutos después llevar a la caída de la Casa de Gobierno y la posterior muerte de Allende, quien fue encontrado sin vida en el salón principal, junto a un arma con la que se suicidó mientras ingresaban las tropas golpistas.

El golpe dio origen a la Junta Militar de Gobierno que tomó el poder, con Augusto Pinochet al mando, estableciendo una dictadura desde 1973 hasta 1990, en la cual existió persecución política, censura, matanzas y reiteradas violaciones a los derechos humanos que hasta el día de hoy Chile no olvida.

POR ALFREDO FOLLONIER
Télam