La directora nacional de ANSES, Fernanda Raverta, recuerda siempre la importancia del amor. El amor en todo, sobre todo, desde la función pública. Porque haber llegado al lugar donde está es una responsabilidad que la obliga a dar todo de sí para mejorar la calidad de vida de millones de jubilados y pensionados de nuestro país. Y así lo hace.

Ayer pudo saberse que una pensionada, viuda, que vive sóla en un departamento en el Barrio de la Recoleta, pudo duplicar su patrimonio en sólo un año. Ello, seguramente, gracias a su pensión mensual aprobada en tiempo récord por el organismo que dirige la pre candidata a intendente de Mar del Plata.

La pensionada, de nombre Cristina Fernández de Kirchner, pasó sus bienes a nombre de sus hijos (Máximo, el varón, declaró un patrimonio superior a los 523 millones de pesos). Al ceder prácticamente todos sus bienes, Cristina apenas se quedó con la mitad del departamento que habita (la otra mitad también es de Máximo) y se moviliza en automóvil porque el Estado le facilita uno por su calidad de vice Presidenta de la Nación. Cristina es un ejemplo. Viuda y pensionada pero con la energía como para llevar adelante la vice presidencia, incluso, con mayor poder que el propio Presidente.

Aunque la beneficiaria de ésta historia lo presentía, su vida cambió completamente de la noche a la mañana. ANSES le envió una nota en la que le avisaban que comenzaría a cobrar poco más de 4 millones de pesos mensuales de por vida y sus respectivos aguinaldos de 2 millones semestralmente.
Así, el amor de Raverta como funcionaria al servicio de los queridos viejos, le permitió a Cristina Fernández cobrar, de allí en adelante, unos $ 52.000.000 anuales.

Cual historia de Disney, una señora mayor que se había despojado de sus bienes para ayudar a sus hijos, pasó a ser destinataria de cincuenta y dos millones de pesos por año. Tomando en cuenta lo que una persona puede hacer, cobra una pensión que, viviendo a todo lujo, jamás podrá gastar.

Sin dudas, Fernanda Raverta también es un ejemplo. Un ejemplo de amor. Amor por los otros, por los desposeídos, por esos viejos que sin su ayuda, no podrían ser millonarios.

Por Joaquín Gayone