Antes del 2015, con gobiernos peronistas y kirchneristas, los intendentes de Mar del Plata debieron hacer equilibrio y coquetear con el poder para no quedar aislados. Los ex intendentes Daniel Katz y Gustavo Pulti terminaron acercándose al kirchnerismo para disfrutar el viento de cola internacional y no ser ninguneados por gobernar una ciudad esquiva al peronismo.
Pero con Guillermo Montenegro, dirigente del PRO, la obsecuencia por desesperación no es algo posible de lograr por parte del Gobierno.
El nivel de destrato y abandono económico que recibe la ciudad por parte de Provincia y Nación no tiene precedentes. Decenas de anuncios que no se materializan es parte de una estrategia perversa que se descifra fácilmente: “Hagamos los anuncios para que Fernanda (Raverta) salga en los medios como gestora del progreso, pero no concretemos ni una obra para que los vecinos vean una ciudad estancada por mala gestión de Montenegro”.
El Gasoducto
La obra del gasoducto Tandil – Mar del Plata se encuentra parada desde hace dos años. Las obras comenzaron en 2017, pero su finalización es incierta. Su paralización perjudica enormemente el desarrollo de la ciudad, ya que afecta a los vecinos y la posibilidad de abrir nuevas industrias, debido a que con el sistema actual no hay posibilidades de agregar nuevos usuarios.
Según calculan desde el gobierno nacional, el universo total alcanzado por la obra sería de 84 mil nuevas viviendas, comercios e industrias de 41 localidades. Por ahora y desde hace dos años, está parada.
Desde la empresa Camuzzi afirman que “el sistema se encuentra operando al límite de su capacidad, motivo por el cual no resulta posible aprobar nuevas factibilidades de suministro”.
Según el Colegio de Técnicos, algunas de estas obras (que forman la general) ya se encuentran con un alto porcentaje de realización, por lo que “su finalización radica más en una cuestión de decisión política que de falta de recursos”.
La circunvalación, un mega anuncio que no cobra vida
Otro simbólico ejemplo de anuncio para los medios es el del proyecto de circunvalación. Aunque el tramado anunciado por la provincia y con el que distintos funcionarios se fotografiaron junto a Raverta fuera tema de discusión, Mar del Plata necesita una reestructuración del tránsito. Un ordenamiento y optimización de vías para vehículos de mediano y gran porte mejoraría la logística para la producción local y a la vez beneficiaría a los usuarios de vehículos particulares, ya que las calles no serían víctimas de un deterioro constante.
Pero la única verdad es la realidad. Las obras del proyecto de circunvalación anunciado nunca iniciaron. Ni siquiera con una estrategia electoralista. El proyecto está convenientemente dividido en “etapas”. La primera sería para beneficiar a las empresas del parque industrial. Esto permitiría, una vez completada la etapa, medir el impacto en el resultado electoral para decidir si se retoman las obras o como en el caso del gasoducto, se paralizan.
Los contrastes entre los anuncios y las obras
Entre Raverta, Kicillof, Nardini y otros funcionarios provinciales se pueden rescatar algunas frases importantes:
- “Firme decisión de ponerla en marcha y financiarlo en lo inmediato”
- “En breve va a comenzar”
- “Es fundamental para la ciudad”
- “Por una decisión del Gobernador, y por iniciativa de Fernanda Raverta y su equipo, podemos empezar con esta obra”
- “Cuando proyectamos con inteligencia y empatía logramos los resultados que nos proponemos”
- “Es una obra muy deseada por los marplatenses y que el Gobernador ya anunció”
- “Visitamos el tramo que va desde la ruta 88 conectando con la calle 515”
“Leonardo Nardini y Fernanda Raverta recorrieron el inicio de obra de la circunvalación de Mar del Plata” afirmaba un medio del interior el 11 de agosto del corriente año.
En realidad, no visitaron la obra porque aún no inició, sino que pasearon por un tramo donde se proyecta comenzar en el futuro. Lo único que se hizo durante la visita de Nardini y Raverta, además de una caminata por el campo, fue presentar una o dos notas pidiendo la cesión de tierras para poder seguir proyectando.
El propio Nardini reveló en esa visita el verdadero avance que materializaría junto a Raverta: “realizando las gestiones necesarias ante ADIF y Ferrocarriles para que nos sea cedido el predio, y así poder avanzar con los trabajos”. Hasta ahora no hay trabajos, no hay obra. Sólo pedidos de cesión de terrenos.
Transporte y aportes
El Gobierno Nacional otorgó subsidios al transporte en el AMBA. Mar del Plata quedó afuera e inevitablemente los vecinos pagarán casi $100 pesos el viaje en colectivo a partir de septiembre”. Nada tiene que ver con la gestión municipal, sino con una manifiesta y notoria discriminación que parece el eje de un plan para desgastar al intendente y posiciona a Fernanda Raverta para el 2023. Hasta ahora logran lo contrario.
El Partido de General Pueyrredon, cuya ciudad cabecera es Mar del Plata, aporta importantes fondos a la provincia y al gobierno nacional. Hoy, la contraprestación es nula.
Para realizar un video con un grupo de señoras agradeciendo al Presidente, se re-acondicionó un módulo de los hoteles de Chapadmalal. En ese caso, con que las imágenes sirvieran de fondo para los videos publicitarios de gestión fue suficiente.
En el caso de la obra de circunvalación, las fotos para los medios hablan por sí solas. La “obra” es un pastizal alto con restos de trenes que simbolizan el abandono en infraestructura que vive la ciudad.
Para la ciudad que ha rechazado siempre las propuestas electorales del kirchnerismo para lo local, lo mejor que puede pasar es un cambio de color político a nivel provincial para cortar con el castigo disciplinario que nunca torció el voto de los vecinos.
“Cuando eran gobierno, a los intendentes no les daban ni agua” dijo Kicillof hace días para justificar el evidente destrato y abandono hacia las gestiones opositoras. No lo justifica, ni es cierto.
Aunque parezca insólito, tener a una marplatense entre las segundas líneas más importantes del Gobierno Nacional no sólo no le ha servido a la ciudad, sino que viene perjudicando su desarrollo y el día a día de sus vecinos. Lo contrario a la base de todo político de bien: el de “mejorar la calidad de vida de la gente”.