La directora nacional de Anses, Fernanda Raverta, se subió al ring como candidata a Intendente de General Pueyrredon. Fue en 2019, con todo el apoyo de Alberto Fernández y Cristina Kirchner, quienes fueron en varias oportunidades a Mar del Plata a apoyar a su candidata.

Con un respaldo político y económico sin precedentes, Raverta no logró llegar a la intendencia. No le fue mal desde los números. De hecho estuvo quizá más cerca que nunca de ganar en una ciudad que históricamente fue radical y que difícilmente alguna vez apoye a un peronista (o cualquiera de sus tantas variantes) como candidata/o a intendente.

Hoy, con unas elecciones intermedias en 2021 que sí fueron muy malas y con la misma figura a la cabeza como líder pública, la realidad es muy distinta. El año próximo, con Raverta nuevamente como candidata, la diferencia con Montenegro sería aplastante. Las formas de hacer política y la conducta de los concejales del Frente de Todos cae muy mal a la ciudadanía marplatense. A ello se le suma un punto clave a la caída de Raverta: le otorgó en tiempo récord, una suma de pensiones y conceptos que le significan a Cristina Fernández de Kirchner un ingreso mensual con fondos de Anses por más de cuatro millones de pesos ($4.000.000). Eso, en una ciudad partidariamente adversa al peronismo y con un importante número de jubilados, es irremontable.

Si bien Raverta busca dar imagen de ternura y habla constantemente del poder del amor, para los jubilados de la ciudad es la autora de una golpiza directa a su rostro. Lo otorgado a Cristina Kirchner, una ex presidente, actual vicepresidente, de clase alta y vecina de Recoleta, les resulta doloroso e indignante.

Con la camporista fuera de carrera, prácticamente todos los sectores peronistas, kirchneristas y La Cámpora inclusive se entusiasman por lo bajo con la posibilidad de que el único Massista con vida en la ciudad sea candidato a intendente en 2023. No pueden ganar la elección, pero sí evitar una derrota contundente. El kircherismo no quiere soportar una humillación electoral luego de haber cumplido el sueño de “vamos a volver… a volver, a volver, vamos a volver”. “Recién volvimos y van a decir que nunca llegamos” se queja en un grupo de whatsapp un peronista aggiornado a la política camporista.

Ariel Ciano no es el Cholo. Es Cholito, el hijo del querido y respetado periodista local Cholo Ciano. Ariel, quien gracias a la trayectoria de su padre e instalación del apellido durante décadas fue concejal y funcionario de Gustavo Pulti, es el único “referente” de Massa en la ciudad feliz. Finalizado el segundo mandato de Pulti al frente de la intendencia, el hijo del Cholo Ciano encontró cobijo laboral de la mano de Massa. Siempre hábil para ubicarse en cargos públicos (hoy es concejal con licencia y director en un área de Aerolíneas Argentinas), Ciano pasó por el concejo deliberante y todos sus cargos sin llamar la atención. Tal vez por ello se mantiene después de tantos años a costa del Estado.
Pero a diferencia de Raverta, Ciano es políticamente intrascendente.

El concejal con licencia y director en la empresa aérea del Estado no despierta entusiasmo y mucho menos sabe de arengas, pero tiene un capital del que carece Raverta: no genera rechazo.

Si Massa logra reacomodar parcialmente la economía, no sólo sería el único candidato del peronismo-kirchnerismo a la Presidencia con posibilidades de competir en 2023 sino que sus cercanos en distintos puntos del país crecerán en posibilidades de ocupar lugares importantes en las listas. En el caso de Mar del Plata, una candidatura a intendente. El apellido Ciano sigue siendo fuerte, todavía, en la cabeza de muchos vecinos de avanzada edad. Desde el kirchnerismo midieron no sólo a Raverta como posible candidata del kirchnerismo en Mar del Plata. También midieron al ex senador de Juntos por el Cambio Lucas Fiorini (hoy militando en La Cámpora bajo el mando político de Raverta), a Manino Iriart y a Ariel Ciano. La diferencia entre el hijo del periodista y el resto, incluída Raverta, es muy importante.

Todo indica que inexorablemente, por ahora, sale Raverta, entra Ciano.

Por Cristian Piperno