Si tuviéramos que comparar a la Argentina como sociedad con algún plato gastronómico sería sin dudas, un revuelto Gramajo.
La diversidad económica, ideológica y cultural asegura que “la Argentina que queremos” no pueda existir jamás. No somos todo un país luchando por lo mismo. Somos miles queriendo una Argentina distinta a la que quieren otros y a todos les pasa lo mismo.

Los argentinos sólo somos uno cuando juega la selección. Somos varias sociedades profundamente distintas conviviendo dentro de una línea geográfica y legal que nos identifica como argentinos pero que no nos emparenta como comunidad. Tenemos gobiernos provinciales de estilos nicaragüenses, estadounidenses, cubanos, chilenos, rusos, venezolanos, brasileños y somalíes, entre muchos otros más. ¿Cómo se llega a “la Argentina que queremos” si somos todos tan distintos y vivimos realidades tan distintas?

En un sólo día hay noticias que desorientan. Ante la falta de dólares, el gobierno prohíbe el pago de viajes al exterior en cuotas. Hay una verdadera explosión de defensa de los derechos a comprar en cuotas para ir al exterior.

Liberales, radicales y peronistas poniendo el grito en el cielo por semejante medida de privación de derechos. Y está bien que así sea, que se reclame. Aunque la enorme mayoría de los argentinos que pagan impuestos y no evaden no pueden pagar un viaje al exterior ni en cuotas ni sumando el crédito de varias tarjetas juntas.

Ni Mario Negri ni ninguno de los legisladores de Juntos por el Cambio pusieron el mínimo interés ni esfuerzo en exigir al Gobierno la boleta única de papel para transparentar el acto eleccionario. Si les hubiera interesado tanto como les interesa defender el pago de viajes al exterior en cuotas, hoy tendríamos un sistema democrático muchísimo más transparente y no es así.

Cada uno puede muy bien comparar a los gobiernos provinciales con el de algún país. Todos sabemos qué provincias parecen Somalía, cuales Nicaragua, cuales Alemania. ¿Cómo es posible que haya, en un mismo país, un gobernador como Gildo Insfrán y otro como Sergio Uñac? ¿Cómo puede haber un Capitanich, que se compara con Jesús y pide ser reconocido por colocar una canilla de agua?

Vivimos en una sociedad donde por cuestiones de protocolo y estilo, pueden compartir una foto Rodríguez Larreta con Insfrán, Morales, Capitanich, Uñac y Alicia Kirchner. ¿Está mal que posen juntos si son representantes que coinciden, por ejemplo, en una reunión con el Presidente? Por supuesto que no. ¿Pero cómo pueden ser todos líderes y representantes de seres humanos que forman parte de un mismo país? No olvidemos que cada uno de ellos llegó a su cargo por el voto popular.
En San Juan, Uñac tiene uno de los presupuestos más altos para deporte. El Estado sanjuanino fue el creador de “Mis primeros 1000 días” y tiene programas de formación profesional para los chicos desde que están en la secundaria. Es un Estado que se ocupa y preocupa a futuro para que los jóvenes crezcan en un ambiente sano y estén formados y capacitados para tener una mejor calidad de vida.

En Chaco y Formosa, la suerte de los chicos no será la misma. Tampoco en La Matanza o Misiones.
El problema no son sólo los gobernadores o el Presidente. Ellos son el reflejo de quienes somos como sociedad. El problema es cómo definir la clase de país en la que quieran vivir la mayoría de los argentinos sin hacer miserable la vida de los que sueñan con uno distinto.
Los recursos para ser potencia mundial los tuvimos siempre, el problema somos nosotros.

Joaquín Gayone
Agencia País