La tropa peronista en la provincia depende de la candidatura de CFK para definir sus aspirantes para la Gobernación. Los diversos escenarios posibles. El temor a otra PASO que termine en una nueva derrota.
Por Juan Alfaro (ALFA) | @alfajuan
María Eugenia Vidal decidió anticipar los tiempos y cambiar la primera orden de la Casa Rosada de una “campaña corta”, por una larga, que arranque mucho antes, apremiada por la urgencia de remontar el escenario y con el temor, cada vez más grande, de perder las elecciones en la provincia de Buenos Aires. El sendero está cargado de tormentas, un dólar que se muestra protagonista con constantes amenazas de disparadas incontrolables, la inflación que no baja y el peso, cada vez más fuerte, de la imagen negativa de Mauricio Macri en el escenario electoral. La gobernadora aún padece en sus lamentos la negativa rotunda de La Rosada a adelantar las elecciones en la provincia. A medida que conoce encuestas, observa con bronca cómo la figura de Macri se transforma en el clásico, pero no deseado, piantavotos. El calvario de “Mariu”.
Del otro lado del tablero, el peronismo parece contar con una carta alta para jugar la partida. En las encuestas que salieron en marzo se observa que Cristina Fernández de Kirchner –contrario a Macri– ganaría la elección presidencial, pero también le traslada los votos positivos a quien sea candidato o candidata a gobernador/a peronista, destronando a Vidal del Sillón de Dardo Rocha. La Consultora Circuitos, por ejemplo, muestra que si la fórmula de Presidente y Gobernador fueran CFK y Axel Kicillof, ganarían con el 36,2 por ciento de los votos, por sobre el 34,3 que obtendrían Macri y Vidal. Dato no menor: en un mano a mano, y sin estar pegados a boletas presidenciables, la gobernadora se impondría al exministro de Economía con 41,8 sobre 32,2 por ciento de los votos. Otro dato a tener en cuenta es que las principales encuestadoras aún no miden a la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, quien también aglutina muy buena recepción de los votos de Cristina y su imagen es importante en el tablero bonaerense. Sin embargo, su imagen no genera en Cristina el mismo nivel de cofianza que el otrora ministro de Economía. El arrastre positivo y el arrastre negativo.
No obstante, sea cual fuera el candidato o candidata del peronismo, su destino está sujeto a la decisión de Cristina de postularse o no. Esa definición, según se analiza en los principales despachos del peronismo, no se conocerá hasta pocos días antes del 22 de junio, día en que se cierran las listas de candidatos para las elecciones de este año. “La que ordena es Cristina, si ella es candidata, todo lo de abajo estará organizado”, es la reflexión que hacen en el peronismo bonaerense. En ese escenario se sabe –como anticipó ANDigital en anteriores columnas– que Cristina avisó a los intendentes que no quiere repetir la mala experiencia del 2015 y, por lo tanto, no desea una PASO para la gobernación. Además, le dijo a los alcaldes que acuerden un candidato o candidata de consenso, caso contrario impondrá el nombre de Kicillof. Por ahora, de la mano del titular del PJ Bonaerense, el intendente de Esteban Echeverría, Fernando Gray, muestra señales de que la unidad esta vez se podría consolidar. Pero, a nivel subterráneo, las internas de la Tercera Sección derivadas de la derrota de 2015, aún no están del todo resueltas. El intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, y los alcaldes que le responden, y el tándem matancero Fernando Espinoza-Verónica Magario, más los que se enfilan en ese dueto, aún no logran ponerse de acuerdo en bendecir a quién competirá en la provincia. El peronismo y las secuelas del 2015.
Sobre esta disyuntiva el escenario para el peronismo bonaerense daría un giro de 180 grados si es que CFK declina de una candidatura. Todas las buenaventuras de ir en una boleta con ella, y el consecuente arrastre positivo, bajarían su dosis en gran medida. El temor del peronismo bonaerense se haría realidad. Sin una Cristina candidata que ordene a la tropa, los recelos, duelos de cartel e internas volverían al primer plano, con un final que puede ser de cualquier color. “Puede pasar cualquier cosa”, advierte un armador bonaerense. Sin Cristina candidata, en primer lugar, nadie descarta una PASO presidencial con más de dos opciones, con su correlato similar en la provincia de Buenos Aires y la carrera por la gobernación. Si bien el factor Cristina puede tener distintos efectos a nivel nacional (por ejemplo, ganar la general, pero perder el ballotage), en la provincia el arrastre positivo estaría casi desactivado. Además, la variedad de candidatos presidenciales daría pie a que en el territorio bonaerense se replicase ese camino, con la posibilidad de una PASO que pudiera generar una explosión que beneficiase a Vidal. El escenario adverso.
Tanto Vidal como el peronismo tienen sus propios dilemas. La carta bajo la manga de la gobernadora quedó desintegrada en el momento en que el poderoso jefe de Gabinete de Nación, Marcos Peña, por orden de Macri, sepultó la idea de adelantar las elecciones bonaerenses. El peronismo aspira a que Cristina sea candidata y así beber gran parte de sus votos, pero si la realidad fuera distinta, de estar casi a la par que Vidal, correría de atrás y el Sillón de Dardo Rocha quedaría más lejos. Sobre ese mar de especulaciones es que todo el universo peronista espera la definición de Cristina, o al menos una señal clara. Mientras tanto, nadie quiere dar un paso en falso.
Fuente: ANDigital