Su mayor problema es que las encuestas no lo muestran competitivo: mide entre 5 y 7 puntos, lejos del piso de la ex presidenta, y aún les teme a las denuncias sobre el manejo de fondos durante su gestión.
Ayer tuvo un dato: durante la apertura de sesiones ordinarias, Mauricio Macri dijo que con las nuevas licitaciones transparentes y contratación de proveedores «como corresponde» se ahorraron en transporte 32.000 millones de pesos.
Quienes frecuentan a Randazzo en su oficina de San Telmo, donde atiende junto a su secretario privado Federico «Manteca» Martínez, dicen que confía en un electorado en «un electorado independiente» que defina la suerte a su favor en las primarias del Frente para la Victoria.
«No podemos hablar mal de Cristina, porque formamos parte de su Gobierno. Pero sí marcar diferencias», anticipan.
Randazzo se había convertido el año pasado en la esperanza de los intendentes del Grupo Esmeralda, a quienes los unía cierto recelo con la ex presidenta.
Pero su demora en definirse los obligó a seguir la agenda de Cristina y proclamar la unidad peronista junto a sus laderos de La Cámpora, interesados en colar concejales y legisladores en las listas.
«Estamos cansados de esperar a Randazzo», coincidieron varios de ellos en diciembre, cuando debían definir autoridades del PJ bonaerense y el ex ministro pedía lugares sin aparecer.
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